Análisis Psicología Deportiva

El cuerpo y la mente tienen su propio ritmo

Si prestamos atención a nuestro cuerpo, nos daremos cuenta que en varios aspectos de él existe un ritmo, un ritmo al caminar o cuando nos movemos, un ritmo al parpadear, un ritmo en los latidos del corazón y un ritmo en nuestra respiración. Lo mismo ocurre con nuestra mente, los pensamientos también tienen su propio ritmo.

Si reflexionamos más profundamente nos daremos cuenta de que estos ritmos se ven alterados dependiendo de otros factores, estos pueden ser internos; porvenir de nosotros mismos como nuestra percepción y emociones, o pueden ser factores externos, elementos de nuestro entorno que cambian la situación que vivimos y/o cómo la vivimos.

Por ejemplo, si estoy nervioso por un acontecimiento que considero importante como puede ser un partido de fútbol contra un gran rival, el ritmo de mi cuerpo y mente cambiará. Comenzaré a sentir que necesito moverme de un lado al otro, o si estoy sentado me nacerá la necesidad de mover mis pies o mis manos, mi ritmo cardíaco aumentará haciendo que fluya más rápido la sangre a través de mi cuerpo, el ritmo de la respiración también sufrirá un cambio volviéndose más veloz y menos profundo.

En una situación como esta, en donde la ansiedad nos controla la mente también comienza a funcionar más rápido, pero no necesariamente de forma más eficiente. Una mente en la cual pasan muchos pensamientos por minuto, se ve invadida por información lo cual no le permite procesar con claridad para ejecutar la decisión más adecuada que requiere la situación.

Pero no depende solamente de la situación, sino que en gran medida de nuestra percepción, si otro deportista considera que enfrentarse a un rival fuerte en un partido es un desafío interesante y motivador, sus ritmos podrían ser distintos al del primer ejemplo.

Probablemente su ritmo cardíaco también ascienda, pero sin llegar a ser demasiado rápido y provoque una fatiga antes de lo que corresponde a su condición física. Es probable que su respiración también aumente pero a un nivel adecuado para rendir bien durante el partido, y sus movimientos serán precisos y no demasiados, gracias a un ritmo de pensamiento acorde a la situación para tomar la mejor decisión de forma rápida pero efectiva.

                                                                                                                                                                                                       Cuando nos encontramos más tristes o desmotivados los ritmos de nuestro cuerpo y mente suelen ser más lentos, lo cual tampoco sería favorable para realizar un entrenamiento o para competir. En estos casos sería mejor aumentar el ritmo, pero el cómo dependerá de cada deportista y del motivo que tiene para sentirse así.

La activación es el concepto que describe la energía que se utiliza para realizar una tarea, generalmente, con el fin de lograr un propósito. El ritmo está sin duda relacionado estrechamente con la activación, pero es un aspecto más específico de esta. Si analizamos el ritmo de nuestro cuerpo parte por parte o el ritmo de nuestra mente, nos daremos cuenta del nivel de activación que poseemos de un determinado momento.

Si bien ciertos estados de ánimo, emociones, tipos de pensamientos, percepciones o situaciones que estemos viviendo suscitan diferentes ritmos, todos estos factores funcionan de forma distinta dependiendo de cada deportista o jugador, y dependiendo también de cada individuo será la elección de técnica que se puede realizar para cambiar los ritmos, para aumentar la activación o para disminuirla.

Por lo tanto,  una situación que nos desestabiliza la podemos abordar no sólo desde las emociones que nos provocan o la percepción que tenemos de ella, sino también desde los ritmos que alteran nuestro cuerpo y mente, no sólo para calmarnos sino también para entrar en una estado de mayor energía si eso es lo que necesitas en ese momento.

Hoy en día se utilizan tecnología para medir los ciertos ritmos, como los pulsómetros de muñeca o de banda para medir la frecuencia cardiaca, pero en el deporte generalmente estos datos son evaluados solamente desde el aspecto fisiológico, descartando las consecuencias o implicancias que conllevan en lo psicológico.

Por esta razón, es útil auto observarnos y comprender nuestros ritmos y cuales son adecuados en ciertas tareas y cuáles no. De esta forma comenzar a implementar técnicas que nos ayuden a manejar nuestro ritmo y lograr una activación adecuada para cada situación.

(Foto vía: www.pontilenews.it, elformadorfutbolero.wordpress.com,)

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