Rugby

Evolucionemos, pero sin olvidar a qué jugamos

La temporada empezaba con el anuncio de 20 cambios en el reglamento de la WORLD RUGBY que se debían aplicar a todas las categorías del rugby español.

Es práctica habitual en el máximo estamento del Rugby Mundial hacer cambios al terminar cada temporada, con la intención de no quedarse anquilosados en el pasado.

Hay que reconocer que habitualmente actúa de manera rápida y sus cambios no generan demasiada controversia.

Pero hay que pararse a analizar las razones que llevan a la WR a modificar y ajustar constantemente el reglamento. Claro que por un lado es una manera de adaptar las normas al juego que se viene practicando, sobre todo al máximo nivel, pero por otro da la impresión de que tienen una mirada corta, puesta en las televisiones y en el espectáculo.

Casi todos los cambios que se han llevado a cabo en esta temporada tienen el mismo objetivo:  dar más rapidez al juego, que el balón esté en movimiento el mayor tiempo posible. Esto, que para las televisiones es fundamental, para el rugby puede suponer, a la larga, perder aquello que le permite presumir de ser un deporte muy distinto a los demás.

En el rugby siempre se ha dicho que todo tipo de fisonomía tiene un puesto, y así era. Pero en el rugby moderno -cada vez más- hay un solo tipo de jugador. Ya un pilier no se diferencia tanto de un centro, y un ala de hoy en día podría ser tercera en cualquier equipo de hace unos años.

Porque se busca la potencia y la velocidad por encima de todo.

El juego tiene que ser rápido y las fases estáticas empiezan a molestar, con lo que ya no necesitas jugadores grandes y potentes, que podían sacrificar su velocidad a cambio de su empuje.

Y lo peor está en la melé. Una fase del juego donde los equipos median fuerzas y se retaban en lo que venía siendo un deporte colectivo de contacto.

Pero ya no hay empuje en la entrada del balón, ya puede talonar cualquiera de la primera línea, y el medio de tele puede introducir el balón a los pies de éste…por lo que se ha convertido en una fase ‘de paso’.

El Seven ha sido uno de los grandes descubrimientos de los últimos años, una modalidad que ha llevado al rugby hasta los Juegos Olímpicos. Es pura velocidad, pases espectaculares y 14 minutos de intensidad máxima.

El riesgo es querer convertir el rugby a XV en un Seven a XV.

El rugby tiene que evolucionar, por supuesto, pero debe tener cuidado a la hora de preservar su esencia. No perder lo que hace de éste un deporte diferente a los demás debería ser el primer reglamento  de la WR.

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