Análisis Tenis

Laver Cup: Chicago, te estamos esperando

Europa ganó en el marcador, sin embargo, el tenis fue el gran vencedor. El tenis ya tiene su Ryder Cup. El tenis ya tiene una competición por equipos con los mejores jugadores del mundo. El tenis ya tiene a Bjorn Börg y John McEnroe como rivales de nuevo. El tenis ya tiene una realización con cámaras en la red y transmisiones de conversaciones en los cambios. El tenis ya tiene a Nadal y Federer en una pista como pareja, no como rivales.

Palazo a la Copa Davis. Los cambios eran necesarios. Al no producirse, se ha llevado a cabo una prueba, que consistía en provocar un fenómeno en unas condiciones determinadas con el fin de analizar sus efectos o de verificar una hipótesis. Un experimento en toda regla. El resultado, casi inmejorable. Unanimidad entre los amantes del tenis. Cinco continentes, principales estrellas mundiales, novedoso formato, peculiar puntuación, pista totalmente grisácea, compromiso máximo, iluminación en unas ambientadas gradas… Diversión + competitividad = éxito.

Sobre el papel, Europa es superior (tenísticamente hablando) a todos los continentes. Ya sea de manera individual como en conjunto. Sin embargo, las lesiones de Djokovic, Murray o Wawrinka, dieron vida a un McEnroe que, a pesar de no poder contar con Raonic, Nishikori o De Potro, alimentó a su equipo de cañoneros como Isner, Querrey o Sock, pieza clave en los dobles para el americano. El viejo continente se proclamó campeón en el O2 Arena de Praga, en la Rapública Checa, país de uno de ellos (Berdych). Todo el fin de semana fueron por delante los europeos, pero este sistema de puntuación inédito (partidos ganados del viernes equivalen a un punto, los del sábado dos y los del domingo tres) provocó que llegásemos al último día con una emoción similar a la de un quinto punto de una final de la Davis. Como no podía ser de otra forma, emocionante como pocas, Roger Federer consiguió la victoria definitiva. Cerró la primera edición de ‘su’ torneo, tras remontar el set inicial.

¿Final de Grand Slam?

El partido de definición podría haber sido lo que cada uno prefiera. Semifinales olímpicas, cuartos de final del Masters 1.000 de Madrid o final de Wimbledon, por ejemplo. Qué partidazo. Sin embargo, se trató de un partido de la jornada dominical de la Laver Cup. Hablando desde el punto de vista de los banquillos, se podría decir también que se trataba de una final de Copa Davis. Qué manera de animar por alcanzar un objetivo común. Retornó el Nadal de camisetas sin mangas y pantalones piratas que celebraba los puntos con una efusividad propia de un crío emocionado.

¿Exhibición?

Tonterías. Las lágrimas de Kyrgios y el asalto a la pistas del ‘team blue’ para abrazar a Roger tras el último encuentro, demuestran lo contrario. El resto del mundo tenía una desventaja de seis puntos antes de comenzar la última jornada y estuvo a punto de forzar el dobles definitivo. Esto habla de la importancia y competitividad del torneo. Además, el ‘aussie’ lo intentó todo. Jugó como casi nunca. Realizó un ‘break’ inicial, estuvo set arriba y tuvo pelota de partido. Se quedó al borde del milagro, así como todo su banco, que se vieron, por primera vez en todo el torneo, con la posibilidad de levantar la copa.

 

(Foto: Getty Images)

 

Hay veces, pocas, que en este nuestro deporte, los jugadores no basan todo su calendario en función de los puntos ATP y en el descanso. Obviamente, eso es importante. Importantísimo. Pero ese es el principal éxito de este ‘show’. Federer, Nadal, Thiem, Berdych, Zverev, Cilic, Querrey, Isner, Sock, Shapovalov, Tiafoe y Kyrgios. Asusta. No se puede comparar con una final de Copa Davis. Únicamente puede superarle la emoción de ver a tu país levantar la ensaladera, pero por nivel de tenis, es otra película. Da igual el partido que sea y del país que procedan los jugadores, que muy mala suerte hay que tener para aburrirse. Todos han demostrado que cuando un jugador se siente cómodo, feliz y disfruta dentro y fuera de la pista, el ranking queda en un segundo plano. Si encima le sumas que en la competición convives y compites con y contra amigos, les mola. Ver unas grada europea apoyar tanto a unos como a otros, les mola. Ver a Borg o McEnroe en el banquillo apoyándoles y dándoles consejos, les mola. Ver que juegan dobles con compañeros nuevos, les mola. Ganar a Europa o a el resto del continente, les mola. La Laver Cup, les mola. A nosotros nos mola que les mole. Señal de que perdurará en el tiempo.

 

¿Os imagináis a Cristiano y a Messi en el mismo equipo? ¿Os imagináis a uno de los dos en la grada animando al otro? ¿Os imagináis a uno invadiendo el campo para lanzarse a los brazos del otro tras la conquista de un título? Es imposible. No sólo con estos dos astros de la pelota, sino en cualquier rivalidad histórica del deporte. Esa es la grandeza de ‘FEDAL’. Federer no es Federer sin Nadal. Nadal no es Nadal sin Federer. Uno no es sin el otro. Rafa habría ganado el doble sin Roger. Roger habría ganado el doble sin Rafa. Ambos tendrían que comprarse una mansión únicamente para guardar trofeos. Sin embargo, los torneos que han perdido por enfrentarse entre ellos, se compensa con todo lo que ha ganado el tenis con ambos. Rivales, amigos y, por fin, pareja. La Laver Cup les ha unido para deleite del mundo entero. El resultado era lo de menos, pero si el número uno y dos del mundo actuales e históricos juegan juntos, ¿cómo van a perder? Derrotaron a Sock y Querrey en el super tie-break. La ovación para ambos al entrar en pista se escuchó hasta en Badajoz (gracias a Tdp y al gran Arseni). Los ánimos de Rafa a Roger. Los consejos de Roger a Rafa. Y, la pasión al ganar ciertos puntos, provocó una ilusión inédita en la grada.

 

Si hay una palabra para definir este nuevo fin de semana en el circuito es ‘éxito’. Sin embargo, las fotografías hablan por sí solas. Nos han ganado a todos. Hay infinidad, a cada cual mejor. Resumo estos tres días en la que paraliza el momento del salto con abrazo incluido de Rafael sobre Federer en el centro de la cancha tras la conquista. Es ‘el abrazo’. Esto sólo lo ha conseguido Rod Laver. Hasta el año que viene, ¿no?. No tardes, Chicago…

 

(Foto: Getty Images)

 

 

Fotos vía: Getty Images

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