Opinión

De vuelta

El Real Oviedo mostró una de sus mejores caras el pasado sábado en El Molinón. Los azules lograron un punto tras una gran segunda mitad.

El Real Oviedo está de vuelta. La ilusión que generaba el derbi del pasado sábado en El Molinón se pudo ver en las gradas durante todo el encuentro. Lo primero de todo, aunque no sea algo deportivo, sí fue algo de lo que todos los asturianos nos sentimos muy orgullosos. El himno de la región era cantado por todos los asistentes al estadio gijonés. Las dos aficiones se unieron, bufandas al viento, para entonar el “Asturias patria querida”. Algo que ha asombrado a muchos. Porque ese sentimiento que tenemos hacia nuestra tierra es algo, créanme, incomparable.

Pero, dejando este momento tan especial a un lado, vamos a centrarnos en lo meramente deportivo. La cosa empezó con dos aficiones entregadas a la causa, gritando sin parar y con un único objetivo: ganar al eterno rival. Desde nuestro lado, la situación no fue la mejor en el inicio. Aunque Toché avisó en los primeros minutos, con una acción en la que no conectó bien el disparo, fue el Sporting quien puso a vibrar el estadio con un tanto de Carmona. La afición se vendría aún más arriba con otra ocasión que desbarató Juan Carlos.

Pero los nuestros no se achantaron. Al contrario, sacaron el orgullo, el valor y la garra para reponerse al golpe. Dos avisos antes del descanso –Toché y Saúl Berjón-, nos iniciaron en lo que veríamos en la segunda mitad. Cuarenta y cinco minutos de puro fútbol, de presión, de intensidad. En definitiva, me atrevo a decirlo, los mejores cuarenta y cinco del Oviedo en mucho tiempo.

La primera piedra en la que nos paramos es Juan Antonio Anquela. El técnico fue valiente, atrevido. ‘Con un par’, como se suele decir, quitó a un defensa para introducir un delantero. El mensaje era muy claro. A por el partido. Y vaya si lo hizo. El conjunto asturiano adelantó las líneas, presionó muy arriba y buscó el empate. Es cierto, es un derbi. Y en este tipo de partidos, el arriesgar tanto se puede pagar, pero en este caso el experimento funcionó.

Carlos Hernández pudo empatar, aunque el Sporting, en los pies de Santos, tuvo el 2-0. El partido, pese a ello, transcurría, en su mayoría, en campo rojiblanco. La actuación oviedista estaba siendo impecable. El gol tenía que llegar tarde o temprano, el Oviedo lo estaba mereciendo.

Toché, otra vez decisivo

Y fue en la recta final cuando los 1.500 aficionados azules vibraron más que nunca. Centro de Aarón, mal despeje de la zaga local, disparo de Cotugno que rechaza Mariño y gol del de casi siempre. Porque sí, lo volvió a hacer. Con el balón suelto, Toché olió la sangre y no perdonó. Balón a la red, empate a uno y celebración de oviedista, de esas que quedan marcadas siempre.

El derbi no dejó tres puntos, pero sí a un equipo que sabe lo que hace y, sobre todo, a un entrenador que deja muy claro lo que quiere. El partido más esperado nos permitió ver que este equipo está de vuelta. De la mano de una gran plantilla, un fantástico entrenador y una afición que muchos querrían tener, vuelve el Real Oviedo.

Imagen destacada: realoviedo.es

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