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La condena de la sucesión de Alberto Contador

¡Le Roi Est Mort, Vive Le Roi!

Ante la retirada de Alberto Contador pocas cuestiones centran el interés mediático como el de su sucesión, ¿qué corredores españoles representarán a nuestro ciclismo en las próximas Grandes Vueltas?. O lo que es lo mismo, ¿quién será el próximo español en condiciones de ganar un Tour, un Giro o una Vuelta?

La respuesta, sea la que sea, invita a la reflexión, ¿podríamos truncar la carrera deportiva de alguna promesa del ciclismo por la presión de proclamarle sucesor de Alberto?

Desde que el pasado 7 de agosto Alberto Contador anunciara en su cuenta de Instagram su retirada del ciclismo profesional, podríamos decir que dio comienzo oficialmente el proceso sucesorio.

El anuncio de su retirada sería el colofón a un insistente asedio mediático desde que Alberto, unos meses antes de disputar y ganar espectacularmente su último Giro de Italia en 2015, anticipara por primera vez la fecha de su posible retirada para 2016.

En el transcurso de este tiempo, la pregunta sobre su abandono del ciclismo le ha acompañado hasta que él mismo ha proclamado, como en la tradición de las monarquías europeas, la muerte del Rey.

Voceada ésta, –¡Le Roi est mort!, y superado por aficionados, aficionadas y medios de comunicación el proceso de duelo de su ausencia mediante el espectacular homenaje de 21 días que ha supuesto la Vuelta, la incertidumbre creada por el interregno debe resolverse.

En el camino, una pregunta se hace necesaria: ¿es inevitable que quienes han conquistado Grandes Vueltas deban abandonar la competición ante la incertidumbre de no lograrlo de nuevo? ¿Todo se reduce a eso?

Es decir, si Alberto hubiera decidido continuar su carrera profesional -laboral- como ciclista algún año más aunque lo hubiera hecho sin muchas probabilidades o incluso sin posibilidad alguna de ganar la general de ningún otro Tour, Giro o Vuelta, ¿no hubiera podido seguir ofreciendo espectáculo, disputando y ganando etapas y clasificaciones finales de carreras, quedando entre los primeros en las Grandes?

En otras modalidades deportivas no se despacha a los grandes campeones de esta manera: o todo o nada, al parecer no existe el término medio.

Lo cierto es que, ante la retirada de Alberto, como sucedió en su día con la de Miguel Indurain, el proceso de sucesión debe culminar con la proclamación de un nuevo gran ciclista capaz de disputar -y vencer, claro- en Giro, Tour o Vuelta, y a quien jurar fidelidad al grito de –¡Vive le Roi!-.

En el tiempo que dure el interregno, el vasallaje que conformamos los aficionados, las aficionadas y los medios de comunicación, y que anhela un nuevo Rey, en su especulativa y particularmente subjetiva búsqueda de herederos, necesita un nombre, una cara, un símbolo, un gesto, un detalle, algo.

En este sentido, una última consideración: la de evitar que la condena de la sucesión caiga sobre alguno de los ciclistas a los que consideramos ‘promesas del ciclismo español’, y creer ver en ellos lo que no son: la continuación de Alberto Contador, como lo fueron malogradamente otros en la continuación de Miguel Induráin.

Alberto Contador de camino al control de firmas en la salida de la séptima etapa, entre Llíria y Cuenca. | A.Moreno

Cada uno de ellos son, sin duda, ciclistas únicos e irrepetibles, tanto como quienes les precedieron -que también fueron únicos e irrepetibles-.

Atletas que merecen desarrollarse plenamente tanto física como psicológicamente, con una individualidad propia, con unas ilusiones y aspiraciones que les pertenecen, con unas capacidades físicas y mentales distintas al resto, con una forma original e íntima de entender el ciclismo, sea la que sea, y que no merecen ser reducidos a simples réplicas de quienes alcanzaron las más altas cotas del éxito deportivo antes que ellos.

La condena de la sucesión, alimentada por nuestras ilusiones, esperanzas y expectativas -en ocasiones por argumentos tan peregrinos como el parecido físico o la misma forma de moverse encima de la bicicleta- añade una insoportable cantidad de presión al ciclista que se esfuerza por hacerse un nombre en el ciclismo profesional y al que se le termina valorando, no por su valía ni por un talento propio, sino por el resultado de la comparación con quien le precedió.

Disfrutemos del talento natural de los próximos líderes del ciclismo español, sin constreñirlo por la nostalgia ni la comparación.

¿Quién iba a decirnos que tras las cinco victorias en el Tour de Francia y otras dos en el Giro de Italia de Miguel Induráin en los noventa íbamos a poder disfrutar -apenas unos años después de su retirada- de ciclistas como Joseba Beloki o Fernando Escartín en el pódium de París, o de Óscar Pereiro, Carlos Sastre y Alberto Contador como vencedores de la ronda gala, y que éste último iba además a ganar el Giro de Italia en otras dos ocasiones y tres ediciones de la Vuelta Ciclista a España?

¿O los pódiums de Joaquim Rodríguez o Alejandro Valverde tanto en el Tour como en el Giro? Por citar unos ejemplos.

El ‘Contador’ del mañana deberá llamarse por su nombre y correr a su manera, disfrutemos de todos los jóvenes ciclistas que destacan en las grandes pruebas del calendario ciclista internacional, nos recuerden o no a Alberto, por el esfuerzo que realizan y por su sacrificio. Seguro que están dándolo todo por conseguir la mejor versión de ellos mismos.

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