El Nàstic de Tarragona, que todavía no ha conseguido armarse como equipo y no convence ni a propios ni a extraños, recibía en el Nou Estadi, el sábado 2 de septiembre de 2017 a las 18h, a un Sporting de Gijón que llegaba con la vitola de equipo grande llamado a subir a LaLiga Santander por la vía rápida.
Y, como preveían las quinielas previas al partido, el Nàstic no fue rival en ningún momento para un Sporting que, sin desgastarse en demasía ni demostrar gran fútbol, supo aprovechar los monumentales errores defensivos de los de Carreras y la preocupante vulnerabilidad defensiva de los locales.
El partido se inició con un mínimo control grana que parecía haber aprendido de los errores de los dos partidos anteriores en los que no salieron al campo con la intensidad requerida y les pasó rápida factura. Un simple espejismo. En la primera llegada de los de Paco Herrera con cierto peligro, consiguieron sacar un córner que Xavi Molina se introdujo en su propia portería ante el estupor de la grada, puesto que se encontraba solo y sin oposición del ningún jugador asturiano.
A partir de ahí, el Sporting se asentó en el terreno de juego y, por contra, el Nàstic se vino abajo demostrando mucho nerviosismo y nulas ideas en el centro del campo.
Aparecieron los primeros pitos en el estadio ante la pasividad de ciertos jugadores locales, como Delgado y el recién llegado Silvestre, que no ayudaron nada a apaciguar la tensión del cuadro tarraconense. Por su parte, el Sporting se encontraba cada vez más cómodo y, en una bonita jugada de Carmona que envió un pase en profundidad a Scepovic, llegó el segundo gol visitante con tan solo quince minutos jugados.
No había reacción local y los de Gijón se dedicaron a ver pasar los minutos ante la nula eficacia tarraconense en hilvanar mínimas jugadas básicas que le permitieran acercarse a la portería visitante. Cuando parecía que se iba a llegar al descanso con resultado de 0-2 y sin que hubiera intención por parte de ninguno de los dos equipos de hacerse daño, un pésimo control de Perone al borde del área grande local, dejaba en bandeja de plata el tercero a Rubén García que batía por bajo a Perales que debutaba en la categoría por la baja por compromisos internacionales del macedonio Dimitevski.
La segunda parte comenzó con un Nàstic un poco más entonado pero que se diluyó como un azucarillo con la entrada de Emaná por Gaztañaga que era de los pocos que se salvaba de la quema. Los locales seguían fríos en la creación de juego y el Sporting encontraba contra ataques como pasmosa facilidad. De este modo llegó el cuarto gol sportinguista. Un balón largo a la espalda de Suzuki, que cometió su único error de la tarde, plantó solo delante de Perales a Santos que fue objeto de claro penalti por parte del meta balear. Fue el propio Santos el encargado de transformar la pena máxima.
Poco más sucedió en el terreno de juego en los 25 minutos restantes, salvo el cabreo de la afición local y el carrusel de cambios de combinado norteño.
Foto vía: abc.es
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