La mayoría de focos para el MIP están con Jonquel Jones y Chelsea Gray. Dos jugadoras que han pasado de roles secundarios a ser referencias en sus respectivos equipos de la noche a la mañana. Pero, realmente el impacto de estas dos jugadoras no me parece justo premiarlo con el premio a jugadora más mejorada. No quiero decir que no hayan progresado, pero me parece obvio que teniendo el talento que atesoran sus números hayan subido considerablemente jugando el doble de minutos por partido.
Mirando las jugadoras que recibieron este premio años anteriores nos encontramos con casos similares. Los casos que mejor reflejan esta situación son los de Elizabeth Williams y Kia Vaughn, que pasaron a jugar una veintena de minutos más respecto al año anterior cuando fueron premiadas. En menor medida, pero también con una subida evidente de minutos (alrededor de 9) podemos encontrar a Kristi Toliver, Shavonte Zellous o Skylar Diggins-Smith.
El tiempo da libertad y confianza muchas veces. Y eso ha quedado claro en la mayoría por no decir en todos los casos a la hora de otorgar el MIP. Pero, ¿sólo puedes mejorar cuando tienes más opotunidades?
Alyssa Thomas venía de ser una de las jugadoras más consolidadas en el proyecto de las Connecticut Sun hasta este año. Nunca hay que olvidar que llegó por la puerta de atrás a la liga en un trade que acabó con Tina Charles en NY, y Kelsey Bone, la propia Thomas y una futura elección de draft en Connecticut, que terminó siendo la previamente mencionada Elizabeth Williams (MIP en Atlanta). Jugó para las Maryland Terrapins en la NCAA y dejó algún récord que otro, como la máxima anotadora, reboteadora y jugadora con más dobles-dobles de la historia de la universidad. Sí, parecía una apuesta segura, pero tapar el agujero de Charles ha costado unos cuantos años de reconstrucción en Connecticut. Ahora, las Sun tienen un equipo que marca tendencia en la WNBA.
A pesar de cumplir en ambos lados de la pista, tenía que dar algo más de sí cuanto antes para poder subsistir en la liga. Y sigue jugando prácticamente lo mismo que los últimos años. No obstante, ha mejorado sus números en anotación, rebotes, robos y asistencias en el mismo espacio de tiempo, llevando su juego a otra dimensión. Sí, ha llevado su juego a otro espacio con la ayuda de Curt Miller, al ala-pívot exactamente. Y, desde ahí, ejecuta como quiere: sube el balón cada dos por tres, es una grandísima pasadora y encuentra espacios tanto para que las tiradoras abiertas anoten o ella misma finalice. 14,5 ppp, 6,7 rpp y 4,3 app son sus números a falta de dos partidos para concluir la temporada regular.
Aunque es un hecho que no va a ganar el premio, para mí es la jugadora que más ha crecido este año en la WNBA. Seguirá jugando lo mismo, pero ahora está en el lugar y momento adecuado para explotar al máximo sus virtudes. Y para qué engañarnos, sus defectos también. Inexplicablemente, ha ganado en todos los aspectos del juego, pero ha perdido inexplicablemente la confianza en su tiro. En su año rookie promedió un 75,7% en TL y este año promedia un 56,5%. A pesar de ser todavía un porcentaje aceptable la inseguridad que transmite cada vez que va tirar un tiro libre o en suspensión es tremenda. En sus tiempos en NCAA, a parte de todo su repertorio de bandejas, tenía un tiro tras bote desde media distancia que obligaba a las defensoras a ponerle una mano encima. A día de hoy, sufre mucho en el juego estático ya que todas le flotan el tiro.
Si una vez lo tuvo seguro que podrá recuperar el tiro. Cuestión de confianza, la misma que le sobra a día de hoy para hacer todo lo que hace sobre una cancha de baloncesto. Como he dicho antes, para mí la que más ha mejorado este año y, aunque todavía tenga defectos notorios, si sigue mejorando creo que puede marcar una época en la WNBA.
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Foto destacada vía: hoopfeed.com
