Crónicas

La Liga de la Justicia demuestra su poderío en Barcelona

El Real Madrid derrotó por 1-3 al F.C. Barcelona en el Camp Nou en la ida de la Supercopa de España. Piqué marcó en propia puerta, Messi empató con un penalti inexistente, y Ronaldo y Asensio cerraron la contienda.

Vestidos de azul en lugar de blanco, el equipo de Zidane debía saltar al Nou Camp con un objetivo más que claro: sellar la primera parte de la eliminatoria. A causa de ello, el técnico francés alineó a sus mejores hombres, incluyendo a un centro del campo de cuatro pilares que dio resultado. Los Isco, Kroos, Casemiro y Kovacic fueron la clave, aunque tampoco se quedaron cortos los Bale y Benzema.

Estos dos, que estaban situados en punta, fueron toda una referencia. No acertaron a la hora de anotar, pero sí abrieron gran cantidad de huecos en una desordenada defensa blaugrana. Y es que, la presión no le funcionó al equipo de Valverde, uno que se vio agazapado desde los primeros minutos y que ni siquiera Messi pudo sacar del agujero.

El club de la capital fue mucho más grande durante los primeros instantes de partido. Puede que la posesión variase de tiempo en tiempo y que los locales tuvieran el dominio en ella, pero, sin duda alguna, el control de esta en el ataque fue para los madridistas.

Isco dio aire al equipo

Las salidas eran desafortunadas en muchas de las ocasiones, pues se notaba el aire de pretemporada en las piernas del Campeón de Liga, sin embargo, gracias a Isco, muchas de ellas acabaron en ocasiones. El del Arroyo de la Miel (Málaga), se echó el equipo a sus espaldas y volvió a dar otro recital que reclamaba como nunca su renovación multimillonaria.

El Barcelona, por su parte, se centró en buscar con precisión las llegadas al área de Luis Suárez. Keylor tuvo trabajo y lo cumplió adecuadamente, cortando de raíz todas las achacadas de su rival y frenando a Luis cuándo y cómo podía. Todo ello, claramente, hasta que el colegiado entró en juego minutos más tarde.

No había claro dominante en lo alto del verde del estadio más grande de España, pero sí un afán impresionante de tomar la ventaja y dar un golpe sobre la mesa en la eliminatoria. Debido a ello, el calor se sentía entre los jugadores, y en cualquier momento se sabía que iba a estallar por los aires una trifulca entre algunos de los componentes de los equipos.

Marcelo hizo el primero y Bengoetxea el segundo

Entre tanto, dio comienzo la segunda mitad y, con ella, la gloria blanca, o, tal vez, el calvario merengue. El caso es que Marcelo recogió el balón y este pasó por debajo de todos los que se interponían en su camino. Habían transcurrido solo cinco minutos de este segundo acto, pero poco importaba, pues la creatividad del brasileño estaba con luz verde.

Cuando nadie lo esperaba, el ricitos del Real Madrid envió el cuero al centro del área pequeña, lugar en el que esperaba uno de los arietes de su equipo. El problema, o la suerte, fue que en ese mismo instante Piqué estaba en medio de dicha jugada, y se introdujo el gol en propia meta. Era el 0-1 y también la sentencia de Gerard hasta dentro de varios meses.

Acto seguido, todavía cuando imperaba la ventaja blanca, salió a jugar el portugués. Cristiano entró en el lugar de Benzema para lucirse y para demostrar al planeta de lo que estaba hecho, pese a su elevada edad y a su poca preparación durante esta pretemporada.

En cualquier caso, a pesar de que los azulgrana no tuvieran apenas opciones de anotar por los aciertos de Keylor Navas bajo palos, se produjo un hecho que cambiaría el partido para siempre. Este estuvo protagonizado por Luis Suárez, capaz de lo mejor y de lo peor con su equipo y también capaz de mofarse del público de su propio estadio. El uruguayo se lanzó contra el césped antes de ni siquiera entrar en contacto con el ‘Tico‘, y el árbitro señaló penalti.

Messi puso el 1-1 menos justo que podría haberse dado en un partido de estas características. Un 1-1 que había decidido Burgos Bengoetxea que se produjese y que, más tarde, volvió a decidir que tuviese lugar.

Ronaldo hizo justicia, pero fue expulsado por ello

A partir de esos momentos el partido fue un calvario para los merengues. Todo pareció volverse en su contra, todo. Pero justo cuando la justicia había sido tomada por manos ajenas, apareció la Liga de la Justicia. Ronaldo, que había salido minutos antes, se lanzó en tromba hacia arriba. La clásica jugada de recortar y pegar fue la que le ayudó a clavar el balón allá donde Ter Stegen jamás llegaría. Ahora sí, era el 1-2 y nadie podía ponerse en medio de este. Al menos, eso se creyó.

Y es que, cuando todos creían que no habría más problemas, Cristiano se quitó su camiseta y la mostró al Campo Nuevo, repitiendo el gesto de Messi en la pasada Liga. El árbitro le mostró la amarilla sin discusión alguna, pero también le tomó la matrícula y decidió expulsarle minutos después.

Nada parecía tener sentido. El luso se colocó en el área rival y Umtiti se interpuso entre él y el esférico. El central camerunés derribó con el hombro a Ronaldo, y este pidió penalti con cierto empeño a Burgos. Sin venir a cuento, en una jugada contraria por completo a la de Suárez, señaló amarilla, la segunda, y expulsó al Balón de Oro.

La nevera se abrió y, en un gesto de alarde, Cristiano, que pecó de irrespetuoso, empujó al colegiado. De nuevo terceras manos se adentraban en el encuentro, pero, otra vez serían solventadas como antes lo habían sido.

Asensio, en otro debut, al rescate

Asensio salió, al igual que Lucas Vázquez, y, en menos de lo que canta un gallo, agarró el balón, se plantó al borde del área grande y soltó un zurdazo de esos que enmudecen a cualquier estadio. No había más que narrar, el partido había sido resuelto.

Nadie más se interpondría entre el Madrid y la victoria en uno de los ‘Clásicos‘ que mayor escándalo se ha vivido en un césped en la historia del fútbol.

Imagen: Newsday.

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