Análisis Psicología Deportiva

Creencias: ¿Qué son y cómo cambiarlas?

¿Qué es una creencia? Son juicios de verdad. Una creencia es un sentimiento de certeza respecto a algo. Toda creencia comienza como una idea y va tomando referencias de la realidad que la apoyan. Cuando éstas referencias se organizan en torno a una idea, se transforman en creencias.
La diferencia con respecto a los pensamientos radica en que éstos no implican una valoración y a veces no pretenden ser verdad.

En muchos casos, las creencias son subconscientes y afectan a la percepción que tenemos de nosotros mismos, de los demás y de las cosas y situaciones que nos rodean.

Hay personas que piensan que sus creencias son universalmente ciertas y esperan que los demás las compartan. No se dan cuenta de que el sistema de valores es algo exclusivamente personal y en la mayoría de casos diferente a los demás. Lo que vivimos tal como lo vivimos, depende más de la representación y elaboración de nuestro mapa mental, que del territorio “real” en sí.

Cuestionar una de las creencias puede desestabilizar todo el sistema al afectar a aquellas otras que se derivan o están relacionadas con ella. Ésta es la razón por la que solemos ser reacios a modificar alguna de nuestras creencias ya que se forman a partir de ideas que confirmamos o creemos confirmar a través de la experiencia.

Un punto importante: cuando una creencia se instala en nosotros de forma sólida y consistente, nuestra mente elimina o no tiene en cuenta las experiencias que no casan con ella.  Si alguien realmente cree que puede hacer algo, lo hará, y si cree que es imposible hacerlo, ningún esfuerzo por grande que éste sea logrará convencerlo de que se puede realizar.

Las creencias pueden ser potenciadoras o limitantes. Las primeras nos ayudan y potencian la confianza en nosotros mismos y en nuestras capacidades, permitiéndonos afrontar con éxito situaciones complejas. Las limitantes nos estan energías y nos inhabilitan para afrontar determinadas situaciones.

Sergio Ramos tiene una creencia

¿Cómo se forman?

Se forman mediante generalizaciones de  nuestra experiencia, con gran parte anclada a nuestra niñez.

1. Normalmente nosotros no decidimos conscientemente qué creer. Se forman de una manera insconciente.
2. Frecuentemente las creencias están basadas en malinterpretar las experiencias pasadas.
3. Una vez adoptada una creencia olvidamos que es solamente una interpretación de la realidad y las tomamos como la realidad misma.

¿Cómo trabajar con las creencias? Algunos pasos para cambiarlas.

1. Saber cuáles son las creencias que hay que cambiar.
Aquellas que son creencias o juicios de verdad del deportista (Ej: si no caliento bien, no rendiré).
a) ¿Cuál es el problema?
b) ¿Cuál es el objetivo?
c) ¿Qué has hecho hasta ahora para solucionarlo?

2. Clasificar las creencias.
-Inverosímil: Creencias que son inciertas objetivamente. Son mentira. No se tratan desde la racionalidad: “Si me pica un mosquito me voy a morir”.
– Irracional: Son más mentira que verdad. Ej: “Si me subo a un ascensor, me voy a marear”.
– Racional: Son más verdad que mentira. Ej: “No ligo porque soy feo”. Es verdad que es feo, pero no sabemos si no liga porque no es feo.
– Irrefutable: Son verdad. Ej: “Si tengo un accidente de avión voy a salir perjudicado”.

3. Objetivar las creencias.
-Probabilidad de ocurrencia: ¿Cuántas veces ocurre? Tiene que ver con el sujeto.
-Evidencia: Conocimiento que se tiene del tema. No tiene que ver con el sujeto.

¿Cómo cambiar una creencia?

Si queremos cambiar la clave atencional, habrá que cambiar el objetivo, pero para cambiar el objetivo habrá que cambiar la creencia. Para cambiar la atención no debemos cambiar el objetivo, debemos cambiar la creencia.

Creencia  ————> Objetivo  ————-> Clave atencional (a lo que mira el deportista)

Ejemplo: Jugador que piensa que va a fallar. No debemos trabajar para que piense que debe pensar en el acierto o en las alternativas que tiene…. Primero debemos cambiarle la creencia para que piense, cuando entrena o cuando compite que tiene que hacer lo que toca en ese momento.

Para cambiar las creencias:

a) Tipo 1 Inverosímiles: No se pueden razonar. Lo que debemos hacer es asociar una emoción positiva a la creencia que queremos cambiar.

Ej: Pena de muerte- Ver una película y sentirte identificado con el personaje sancionado.

b) Tipo 2 Irracionales: Ponerla a prueba con exposiciones sucesivas o mediante una evidencia objetiva.

Ej: Si tomo un flan de 1kg, engordaré 1 kg.

c) Tipo 3 Racionales: Cambiar de enfoque la creencia mediante reestructuración cognitiva.

Ej: Ligar con la palabra en lugar de con la postura, cambiar de locales para ligar…

d) Tipo 4 Irrefutables: Distraer al deportista.

Ej: Fobia a los vuelos- Delegar el control de aquellas cosas que no dependen de nosotros.

Para conseguir todo esto tenemos un truco importante: “Cambiar el foco atencional”.

  1. Si tienes que mirar para A y recibes la consigna de no mirar para B acabarás mirando para B.

Ej: “No mires tanto la pelota y mira también a tus compañeros, contrarios, espacios….” Lo que acabarás haciendo es mirar solo a la pelota.

El subconsciente es muy directo, toma siempre el atajo y el tiro nos acaba saliendo por la culata. La mente registra el “mira para la pelota” y se olvida del “no”.

  1. Si tienes que mirar para A y recibes la consigna de mirar para B: no es del todo inconsistente pero normalmente funciona tan sólo durante un tiempo. “Cambio de foco”.

Ej: “Miro siempre para la pelota y me digo, mira a la pelota y también a los compañeros, contrarios, espacios….” Aumenta la probabilidad de actuar de forma correcta.

  1. Si crees que tienes que mirar para A, mirarás para A. “Cambiar la creencia”.

Ej: “Miro siempre la pelota y aprendí que debo estar atento a otros estímulos como los compañeros, rivales…” Proceso bien hecho.

Si quieres cambiar el objetivo, tendrás que cambiar la creencia. Más que pensar en qué debes hacer, 1º piensa qué quieres. Antes de pensar en cómo, 1º piensa en qué quieres.

Concentrarte en lo que no quieres es como conducir un coche mirando siempre por el espejo retrovisor: Sabes de dónde vienes, pero no adónde vas.

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