Se cumplen justo tres años de aquel épico ascenso en Las Palmas del Córdoba y prácticamente nadie recuerda momentos de felicidad pasado precisamente ese día.
Corría el 22 de junio del año 2014 y tras una temporada irregular y gracias a varias circunstancias, el equipo blanquiverde marcaba el gol del campanazo en el 93, mas concretamente Uli Dávila, gol que llenó de alegría la ciudad de Córdoba, que veía después de muchísimos años como “su Córdoba” ya estaba en primera.
Esa noche no solo se tocó el cielo en las Tendillas, también se tocó en cualquier plaza, fuente o rincón de todos los barrios de la ciudad, al igual que al día siguiente en esa grandiosa fiesta en el Arcángel que puso el punto final a la fiesta del ascenso y que daba paso a una época de ilusión.
Tras el verano llegó aquel mundo desconocido para la mayoría de nosotros llamado primera división y nada menos que en el Santiago Bernabéu contra todo un Real Madrid. Todo hacía presagiar que sería una bonita temporada pero nada mas lejos de la realidad, esa temporada fue una autentica pesadilla de la cual aun nos cuesta recuperarnos.
De nuevo en segunda división y tras batir todos los records negativos de la categoría de oro, vimos como la tónica de la temporada anterior seguía latente en lo que a la plantilla se refería, es decir, poca inversión y pese a que se jugaron los play off, la sensación era de que no nos tocaba volver de nuevo a primera.
A día de hoy la masa real social del Córdoba me atrevería a decir que volvió a ser la misma de aquel bonito día en el que todos gritábamos… ¡¡¡Uli Uli!!! ¿La culpa? Parece claro quien la tiene, aunque a muchos les cueste reconocerlo, el dedo de la afición señala a un mismo sitio.
Tres años después de aquello, todo está como estaba, es decir, volvimos al “cincuentapuntismo” al que todos estábamos acostumbrados, al hastío de salir cada domingo con cara de no disfrutar viendo a nuestro equipo, a tener que escuchar día tras día cosas que no se corresponden con la realidad e incluso a tener sensación de “pasotismo” encubierto, y digo encubierto porque en el fondo los que somos cordobesistas de verdad, no podríamos pasar de nuestros colores y nunca menos olvidar, porque a una madre nunca se le abandona.
Fuente imagen principal: ABC.
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