El debut de la selección chilena tuvo ciertos altercados con el trámite y con la tecnología, pero prevaleció al final. Un triunfo con buen funcionamiento y fidelidad táctica adaptada a las necesidades de nómina.
Chile llegó al partido con la merma de Sánchez en el rol titular; sin duda, su ausencia pesó en el funcionamiento de manera significativa (lo haría en cualquier equipo del mundo). El reemplazante en la nómina fue Punch; el movedizo, intenso y punzante win zurdo (recientemente transferido al Pachuca mexicano), mostró un buen nivel, relevando honrosamente la figura de Alexis en el sistema. No obstante, fue notoria la ausencia del plus que impone Alexis
Desde atrás, la línea de cuatro planteada por Pizzi demostró solvencia desde su génesis, más allá de algunos sobresaltos en contragolpes africanos. Conceptos de movimientos verticales para achicar espacios hacia delante, como dispositivo defensivo en misiones de recuperación; hasta la fluidez del traslado en el hamaqueo y la búsqueda sistemática de espacios en posesión. Aquí se prepondera la inserción conceptual que efectúa el DT (extraída y evolucionada a partir de la escuela bielsista): triangulación utilizando al vértice central como vértice total (Díaz– Beausejour; Díaz-Isla). Chile nunca abandonó su mayor fortaleza: extender la cancha por sus laterales, llevando a Camerún a plantear una telaraña táctica.
Broos sabía que, ante la superioridad sudamericana, debía defenderse sin pelota durante la mayor parte del trámite; su apuesta fue clara: cerrar espacios esperando atrás y salir rápido con balones filtrados o pelotazos largos hacia su único jugador en punta. El DT belga, planteó un 4-4-1-1, con dos bloques defensivos de cuatro hombres y un lanzador por el medio. El doble bloque defensivo se regó a lo ancho de la cancha para hacer superioridad y postas a las sociedades chilenas en las bandas. Broos Intentó llevar a Pizzi a un embudo táctico sobre el centro del campo, donde lo esperaban varios elementos verdes obstruyendo el espacio (10-15 metros entre defensores y volantes), en desmedro de la fluidez roja. No obstante, los resultados no fueron los esperados.
Pizzi con inteligencia planteó su media cancha sin armador clásico por el centro (resultaría infructuoso con tantos africanos de por medio). Un volante central (Díaz); dos volantes interiores (Vidal–Aránguiz), que complementaban la generación de fútbol triangular hacia las bandas e incursiones en bloque. Y es que la salida de pelota es un concepto imprescindible en el sistema pizziano. El eje motriz de la generación futbolística es Díaz; marca, corre, se ofrece, controlando ritmo y sentido de los pases en ofensiva y defensiva; un jugador tácticamente extraordinario; repetitiva fuente de salida de pelota limpia (ubicándose inclusive entre los centrales), construyendo las principales jugadas de peligro en puerta contraria. Su fútbol emula la adaptación táctica promovida por Pizzi: jugar sin armador clásico.
Chile repitió un movimiento claro en posesión y repliegue rival, generó espacios a través de la constante triangulación, usando como vértice a los volantes de contención (realmente en funciones mixtas). La pelota transitó del medio hacia las bandas y viceversa. Este movimiento obligó a Camerún a su reacción también en movimiento: cierre de espacios y apertura de otros, que fueron aprovechados por las sociedades ofensivas rivales.
Con el ingreso de Sánchez (58′), el fútbol chileno se acentuó sobre el flanco izquierdo. Se incorporaron actores ofensivos que minutos antes tenían funciones de generación muchos metros atrás. Vidal, Punch y el mismo Vargas, descendieron toda la primera etapa para coadyuvar en las incursiones en bloque. También se mejoró el concepto táctico de sociedades sistemáticas, básicamente por asociación Beausejour-Sánchez. Su período de transición vía pase vertical o diagonal proyectado desde Vidal, generaba espacios en la defensa africana; y, cuando no ocurrió, Alexis optó por ir diagonal al área, generando el espacio por la banda para Beausejour. Así se generaron jugadas de peligro, una de ellas, un córner levantado por Vidal que Isla estuvo a punto de embocar.
Los goles
El primer gol se gestó en el fundamento de las sociedades sistemáticas; Alexis y Beausejour generaron el espacio tras asistencia de Díaz, centro de Sánchez que provoca el cabezazo de Vidal en una jugada descontextualizada del partido. Para ese entonces Chile ya jugaba al todo o nada en búsqueda de la victoria; Vidal aparecía como elemento no programado (subversivo táctico particular de Arturo). La anotación sudamericana paría consigo un partido nuevo desde la táctica; Camerún contaba con ocho minutos y adicionales para intentar la hazaña. En este contexto, y, dada la necesidad africana de buscar la igualdad, se fabricó el segundo tanto por lógica táctica y jerarquía pura de los chilenos. Los africanos jugaban casi sobre campo sudamericano, descubriéndose atrás de manera irresponsable. Producto del nuevo estatus táctico adquirido por los verdes, Chile amenaza con pases largos para liquidarlo sin que haya tenido éxito.
Finalmente, en el minuto 91, un pase de 30 metros de Isla, ponía a Sánchez frente a Ondoa sin poder superarlo; Vargas corrigió la definición sellando el marcador y otorgándole a Chile los tres primeros puntos en el certamen. Chile mantuvo su filosofía, estabilizando y profundizando los conceptos y la táctica del sistema de Pizzi.
Ficha técnica:
Estadio: Spartak Stadium
Árbitro: Damir Skomina (COL)
Alineaciones:
Chile: Herrera; Isla, Medel, Jara, Beausejour; Aránguiz, Díaz, Vidal; Fuenzalida, Punch, Vargas. (DT. Pizzi)
Camerún: Ondoa; Mabouka, Hgadjui, Teikeu, Fai; Anguissa, Siani, Djoum; Bassogog Moukandjo; Aboubakar. (DT. Broos)
Fuente de imagen destacada: @Emol
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