Análisis Opinión

Una liga de filiales, bueno para el fútbol modesto… ¿o no?

La idea de una liga de filiales se está eternizando desde hace ya varios años. Hay un proyecto encima de la mesa de todos los estamentos que rigen el fútbol en este país incluídos todos los equipos profesionales y semi-profesionales. Pero existe una gran parte de los implicados que decidieron meter este proyecto en un cajón y aparentemente dejarlo olvidado.

La idea de que los filiales compartan su propia liga suele aflorar en los finales de las ligas o divisiones donde participan, sobretodo en los play-offs tanto de ascenso como de descenso. La idea tiene un calado más profundo entre los aficionados, los cuales se lamentan de que los filiales perjudican y adulteran la competición en detrimento de sus clubes.

Las diferencias existen, pero aún así, estas no garantizan el éxito para los filiales a la hora de lograr la meta marcada por sus clubes. Esto no exime de que partan con ventaja sobre sus competidores, más acusada si cabe en la Segunda División B Tercera, sobretodo en la faceta económica, donde algunos filiales se aproximan más a presupuestos de Segunda División que a los de las divisiones anteriormente mencionadas. Muchas preguntas por parte de los aficionados pero muy pocas respuestas reciben estos de esas voces importantes de este fútbol. Un debate sempiterno y que dista mucho de encontrar solución… ¿O no?

La LFP intentó su creación años atrás

En 2008 se presentaba un proyecto ambicioso para dar vida a una liga de filiales, una idea encarada a facilitar la progresión de los jóvenes talentos de las canteras de Primera y Segunda División, con el fin de que estos llegaran con más asiduidad y rapidez a las primeras plantillas de sus respectivos clubes. Roberto Olabe, ex-guardameta y entrenador, y Ricardo Resta, que ha realizado tareas de secretario técnico y coordinador de fútbol base, entre otras, fueron los percusores del formato que debía tener la liga de filiales.

A grosso modo dicha liga la disputarían 42 equipos. Sumando los filiales de los equipos de Primera y Segunda División, repartidos en tres grupos de 14 equipos. A partir de ahí varias combinaciones en forma de más grupos para decidir el campeón. Tampoco existirían descensos y únicamente dejarían de disputar la liga aquellos filiales cuyos primeros equipos descendieran a Segunda B. También aportaban estudios del impacto económico que esta liga tendría sobre los clubes implicados, patrocinadores y derechos audiovisuales principalmente, y los costes que asumiría, en su totalidad, la LFP para crear dicha competición.

Hasta aquí todo era del agrado de clubes y representantes del fútbol profesional, que daban por sentado que la idea prosperaría y que sería un hecho a partir de la temporada 2o10/2011. A falta de un detalle “sin importancia”, el proyecto tenía que pasar por la Asamblea de la Liga de Fútbol Profesional para ser aprobado.

"La Liga de Filiales es buena para el fútbol"

                                 Roberto Olabe y Ricardo Resta Fuente: AS.com

Pero el fútbol modesto rechazó la idea

La Comisión de Clubes de Segunda B, representada por el Sr. Marcelino Maté que a su vez era (y es) el presidente de la Federación de Fútbol de Castilla-León, daba un rotundo NO a la creación de dicha competición. Sí, han entendido bien, los clubes modestos decían NO. ¿Paradójico verdad? Uno de los motivos de la negativa de estos clubes sería la pérdida del taquillaje que ofrecía la visita de los filiales de los grandes equipos.

En la temporada 2010/2011, sería la fecha elegida para implantar la liga de filiales, un total de 14 filiales se encontraban repartidos por los cuatro grupos de Segunda B, 6 en el primero, 4 en el segundo, 1 en el tercero y 3 en el cuarto, de los cuales solo dos disputarían los play-offs de ascenso y ninguno consiguió ascender a Segunda División.

Otra de las razones para declinar la idea, personalmente la más importante, es que no se adjuntara a dicho proyecto una reestructuración de toda la Segunda B. Las preguntas sin respuesta; ¿quién ocuparía las plazas que dejarían los filiales?, ¿de qué manera se adjudicarían esas vacantes?, ¿quién iba a asumir los ingresos que dejaban de percibir los clubes? En resumen, una chapuza en toda regla.

El Sr. Marcelino Maté apuntillaba la idea diciendo que “Para que pueda darse un campeonato de filiales hay que lograr convencer a una inmensa mayoría de los clubes que integran la asamblea del fútbol profesional, una cuestión ciertamente complicada porque todo aquello que vaya en contra de la Segunda División B es verdaderamente difícil que el resto del fútbol español lo pueda consentir y en última instancia aprobar”.

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                                       Fotomontaje: desmotivaciones.es

Cualquier iniciativa futura dependerá de una profunda reestruturación de la 2ªB

La pelota sigue en el tejado de aquellos que abogan por una liga de filiales, pero que no quieren conceder nada a cambio. Sin duda y aún por parecer extraño es igual donde compitan los filiales, lo verdaderamente importante es que el fútbol modesto tiene, de momento, la potestad de dar su visto bueno a lo que pueda pasar en el futuro con los filiales a cambio de obtener lo que es justo para competir en igualdad de condiciones.

Los aficionados tendrían que poder aceptar esta situación y entender que los que realmente dificultan que sus ciudades puedan tener su fútbol en divisiones superiores, ya sea por masa social o por ser históricos de nuestro fútbol, son aquellos que no quieren afrontar el problema. Está claro que toda la culpa no recae sobre ellos y que muchos clubes han ido engendrando sus problemas ellos mismos, pero el abandono constante hacia estas categorías es palpable en todas sus decisiones y la liga de filiales es una de ellas.

Fuente foto : fcbarcelona.es

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