Análisis

Banco de peces

Amargo final de temporada. ¿Quién iba a decir que la temporada iba a tener esta definición años atrás, cuando la clasificación europea se celebraba más efusivamente y cuando los objetivos ligueros eran bien distintos? Si bien puede ser injusto que se plantee esta pregunta cuando la situación económica-deportiva del equipo entonces era muy inferior, el comparar ambas situaciones sí que invita a la reflexión.

El Athletic Club ha sido muy irregular a lo largo de la temporada, y de verdad que esto desespera a cualquiera, a las rachas positivas les sucedían las negativas, y así a lo largo de toda la temporada hasta que una final le hizo perder esa plaza europea en la clasificación, que a posteriori lograría gracias a la victoria del Barcelona en la Copa del Rey. Todo eso ha llevado a la grada a un estado de desgana y desánimo impropia.

Muchas veces se ha hablado de la grandeza y la nobleza de la afición de San Mamés, y por mucho que sea verdad, hasta el corazón más noble puede verse contaminado, y eso es lo que ha sucedido. Si normalmente ha sido la grada la que ha dado la chispa necesaria al Athletic para lograr un buen resultado, este año el Athletic se ha visto con un rendimiento bastante inferior al de otros años.

El horrible partido contra el Genk (pese a la victoria), la oportunidad desaprovechada contra el Leganés… son ejemplos de varios casos en los que la afición ha trasladado más su decepción y malestar más que su apoyo total e incondicional. A veces más que una manada de leones ardientes en deseos de destrozar a sus presas, lo que parecía era un banco de bacalaos (y permítame la alusión Jose Iragorri, de cuyo fallecimiento hicieron tres años el pasado día 30) que navegaban sin rumbo ni dirección.

Si en Sexto Anillo hablábamos anteriormente de la falta de espíritu de equipo del Athletic a lo largo de la temporada, se puede volver a hacer referencia a lo mismo en este artículo. El apoyo y los aplausos han ido dirigido mayoritariamente a unos pocos, como el caso de Aduriz y Yeray, aunque los del segundo están justificado por su problema de salud.

Precisamente el asunto de Yeray también ha hecho que la afición del Athletic estuviese más implicada en lo que ocurría fuera del estadio que en lo de dentro. La incógnita de lo que podía suceder con el central vizcaíno fue todo un quebradero de cabeza para todo lo que el Athletic, tanto a nivel de club como de sentimiento social. El apoyo de otros clubes también se hizo notar, lo que contribuyó a mejorar en cierta medida el estado anímico rojiblanco, pero no ha sido suficiente.

De todos modos, al final el objetivo marcado a principios de temporada se ha cumplido, y ese es el rédito positivo que debemos sacar todos los aficionados de este banco de pececitos, que el año que viene cambiará agallas por melena y aletas por garras.

Imágenes vía: El Correo, El Periódico

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