Análisis Psicología Deportiva

Partidos especiales: ¿mantener rutinas o preparación especial?

“¿Queréis aprender a tolerar la presión? Por favor, olvidaos de esta palabra: especial. Prohibido hacerlo especial.” Así empezaba el maravilloso Pep Marí su charla de psicología deportiva en el ring de boxeo del Club Entrena en Barcelona (Round 4).

La palabra especial puede resultar ser más conflictiva de lo que parece, desde el punto de vista de la psicología del deporte. La RAE nos define la palabra especial como algo singular o particular, que se diferencia de lo común o general. ¿Es esto lo que buscas? ¿Hacer algo diferente a lo que haces ahora?

Cuando al cerebro le introduces la idea de que un partido es especial, la señal de alarma se dispara automáticamente. El cerebro es inteligente y sabe que algo especial requiere una preparación específica; o ¿acaso irías a una boda con la camiseta que te pones diariamente? No subestimes al cerebro. Si lo programas para un partido especial estarás tirando por la borda los recursos que te han servido hasta la fecha. Le indicas claramente que con eso no será suficiente para ganar esta vez, necesitarás algo más. Siembras la duda de si estarás preparado y a la hora de competir es muy probable que tiendas a precipitarte, buscando hacer cosas extraordinarias que ni siquiera has entrenado, y por tanto no dominas.

En el momento en el que destacas un partido, un combate, una carrera o una competición como especial, le otorgas un valor superior. Y cuanto más valor le das a una situación más nervioso tiendes a ponerte. Pero el problema aquí no está en los nervios, sino en los cambios que introduces como consecuencia: cambios en el estilo de juego, el tiempo de calentamiento (normalmente aumentándolo), los tiempos de descanso, la nutrición, y por lo general, rutinas con las que siempre has funcionado y con las que anteriormente has mostrado tu mejor versión. Estas consecuencias son fruto de la presión que ejerce la palabra especial.

Tener controlada y preparada la competición, en la medida de lo posible, es imprescindible para consolidar un buen nivel de confianza. Ocurre lo mismo que cuando te enfrentas a un examen: cuanto más preparado lo llevas y mejor te lo sabes, más seguro te sientes. Así pues, mantener las mismas pautas que ya conoces y dominas, es primordial ante cualquier partido o competición. Es tu seguro de confianza como deportista.

¿Cómo debería ser esa preparación?

A continuación, veremos una serie de pautas desde la perspectiva psicológica, que te podrían ayudar como deportista:

  1. Redacta un Plan de Competición. Es posible que cada competición requiera el suyo propio. Escribe cómo quieres jugar, posibles adversidades que se pueden cruzar y posibles planes para solventarlas. No podemos anticiparnos a todo, pero sí podemos aprender de los errores que ya cometimos en competiciones anteriores. No tropieces dos veces en la misma piedra. Si pierdes aprende, si ganas memoriza.
  1. Realiza un buen calentamiento físico y psicológico. El calentamiento físico es fundamental, entre otras cosas, para prevenir lesiones. El calentamiento psicológico por su parte, es imprescindible para evitar errores no forzados en los primeros minutos de la competición. Necesitas ajustar tu grado de activación y tu nivel de concentración. Busca tu nivel óptimo, cada deportista tiene el suyo.
  1. Pon en práctica tus rutinas. Las rutinas nos ayudan a mantener bien ajustada tanto la activación como la concentración que trabajábamos anteriormente en el calentamiento. Trabaja rutinas basadas en ciencia, las supersticiones son mera casualidad, puedes comprobarlo.

  1. Háblate en términos positivos. A menudo nos convertimos en nuestro mayor enemigo a través de las autocríticas que nos hacemos. Tendemos a asociar como conducta responsable macharnos por nuestros errores, cuando es justo lo contrario. El lenguaje que utilizas para hablarte, puede sumar, restar o multiplicar en tu rendimiento deportivo. Procura mandarte mensajes con directrices claras, que incluyan el error como una posible opción y que tenga un contenido más bien optimista, como la frase de anclaje de Carolina Marín “puedo porque pienso que puedo”.
  1. Controla la expresión facial. La cara es el espejo del alma. La expresión facial lo dice todo sin intercambiar palabra. No es necesario revelarle al rival que te ha dolido fallar ese punto. Entrena el autocontrol para no darle pistas sobre tu estado emocional. Fíjate en un partido de Roger Federer y verás lo difícil que es adivinar si va ganando o perdiendo.
  1. Adopta una postura corporal de seguridad. Muchos estudios de propiocepción han demostrado que si adoptas una postura de forma consciente, tu mente empieza a despertar la emoción asociada a esa postura. Por tanto, si tu postura corporal es propia de alguien que tiene confianza en sí mismo, aunque no te sientas así a priori, poco a poco irás experimentando esa emoción, ya que tu mente tiende al equilibrio.
  1. Visualiza cómo quieres jugar y cómo quieres sentirte. Reproduce mentalmente una escena que dependa de ti, de tu rendimiento. Imagina cómo sería jugar un partido poniendo en práctica todos tus recursos, sintiéndote seguro y motivado, desplegando tu mejor versión. Si no ganas el partido, qué menos que llevarte la victoria del disfrute.

Etiquetar una competición como especial no suma en el rendimiento de un deportista. Mantener las rutinas, es un aspecto clave sea cual sea el reto al que se tenga que enfrentar.

Foto destacada via: La Vanguardia

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2 Responses

  1. Interesante entrada, en muchas partes totalmente de acuerdo. Pero..debemos afrontar una final como un partido más? No es un partido “especial”?
    De hecho muchas veces ese carácter especial es el que puede dar un impulso al devenir del resultado final.
    Puede ser que haya diferencias entre el deporte individual y los deportes colectivos, ante un partido “especial”. Esa dualidad de dar o no dar esa especialidad es donde muchas veces erramos y sólo tras el resultado final sabremos si hemos acertado o no.

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