Opinión

¿Rivalidad futbolística genuina o enfrentamiento de carácter extradeportivo?

Se avecina un nuevo enfrentamiento entre dos vecinos que no se llevan demasiado bien pero que tampoco tienen demasiado claro cómo deberían categorizar su falta de querencia. ¿Es un derbi? ¿Es un partido de rivalidad regional ¿Es algo que trasciende a lo extradeportivo? ¿O es un simple partido más?

En el que posiblemente sea el día más descafeinado para que se dispute un partido de fútbol, tendrá lugar este próximo Lunes un MálagaSevilla en La Rosaleda. Sí, ese partido extraño al que se suele aludir de distintas maneras dependiendo de a quién preguntes. Hay quien lo considera derbi y hay quien detesta distinguirlo como tal. Hay quien lo prefiere llamar partido de rivalidad regional para ser políticamente correcto, y hay quien incluso aboga por restarle todo posible atisbo de importancia limitándolo a un simple partido más de tres puntos. Realmente, este partido tiene una condición especial que va más allá de la circunstancia deportiva y que se ampara más bien en roces creados entre ambas ciudades por distintos ámbitos que transcienden al meramente competitivo de sus equipos, lo que tiene como consecuencia que esté permanentemente expuesto a diferentes debates e interpretaciones en función de la perspectiva de cada uno.

Si preguntas a un sevillista por cuál es su derbi, lo más normal es que éste te diga que es indiscutiblemente el que tiene lugar contra el otro club de su propia ciudad, el Real Betis. Es lógico que ese partido, que de manera oficial se ha disputado hasta la fecha en un total de 126 ocasiones en ambos estadios y en todas las posibles categorías (Primera, Segunda, Copa del Rey y también Europa League), tenga un arraigo especial en la ciudad hispalense. Se da además el hecho de que posiblemente sea la ciudad con los dos equipos de fútbol más relevantes y que a su vez han llegado a estar más parejos a lo largo de sus respectivos historiales, lejos de lo que ocurre en cambio en otras ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia donde el históricamente considerado como segundo equipo de la población suele tener una especial fijación por el que deportivamente ha sido siempre el mayor referente futbolístico de la ciudad, pero ese referente, a su vez, suele estar más pendiente de algún otro club de otra ciudad que siempre le ha disputado con mayor competitividad los objetivos. Real Madrid y F.C. Barcelona tienen una gran rivalidad correspondida que les hace otorgar una menor importancia a Atlético de Madrid y Espanyol respectivamente (algo especialmente acusado en el caso barcelonés). Por otra parte, en el caso valenciano, el Levante nunca ha llegado a gozar de la relevancia suficiente para que el Valencia C.F., en su condición de equipo grande del fútbol español, se lo tome realmente en serio.

Ben Barek junto a Antonio Álvarez, uno de los futbolistas que ha militado en ambos clubes: Foto El Desmarque

Málaga también llegó a vivir la privilegiada situación de contar con dos equipos de relevancia en la misma ciudad. Pero esta circunstancia quedó atrás en los años treinta cuando el Málaga S.C. y el F.C. Malagueño decidieron unirse para formar el C.D. Malacitano, embrión de lo que luego sería el C.D. Málaga y actual Málaga C.F. Entonces, ¿en qué club solía estar enfocado históricamente la rivalidad del conjunto malaguista, cuando pasó a ser titular único de la ciudad? La respuesta la encontramos en la ciudad vecina de Granada, a una distancia de apenas 120 kilómetros de Málaga, y su equipo titular, primero Recreativo Granada y luego Granada C.F. Ese partido, que ahora goza de la distinción de  derbi de Andalucía oriental y que el pasado Martes con la victoria malaguista en el Nuevo Los Cármenes cumplió 83 encuentros oficiales disputados entre ambos estadios malagueño y granadino en todas las posibles categorías (Primera, Segunda, Copa del Rey y también Segunda B y Tercera), es el que podría considerarse como derbi histórico del club malaguista en sus más de 103 años de vida deportiva.

Aquellos Málaga – Granada de antaño, según cuentan las generaciones de aficionados más entradas en años, eran partidos cargados de tensión y fruto de una rivalidad atroz. Se suele decir que en el antiguo tramo de carretera que separaba ambas ciudades, era habitual que, a la entrada del conjunto al que le tocaba ser local, se diesen cita aficionados de dicho equipo esperando a que llegaran los del visitante para recibirles de la peor manera posible. Los Málaga – Granada, hasta bien entrados los años setenta, fueron partidos que tuvieron una considerable regularidad en la historia, muy habituales especialmente en Segunda división que es donde más llegaron a coincidir ambos equipos, que también vivieron derbis en primera división en el primer lustro de los setenta coincidiendo con la mejor etapa deportiva de ambos clubes hasta entonces. Esta asiduidad de enfrentamientos, sin embargo, se perdió a partir de la década de los ochenta, cuando el Granada descendió a Segunda B y se convirtió tristemente para sus aficionados en un habitual de esa categoría hasta hace muy pocos años, abarcando más de 20 temporadas comprendidas entre 1981 y 2010 (con algunas pequeñas excepciones en Segunda e incluso cuatro temporadas en Tercera de por medio).

El Sevilla le hace al pasillo al Málaga en 1999: Foto La Opinión de Málaga

El Málaga también llegó a estar sumido en el pozo de Segunda B y Tercera como el Granada. Fue en los años noventa, en la que ha sido hasta ahora y por mucho la peor década de la historia malaguista. Pero en comparación con los granadinistas, esta penosa travesía duró mucho menos tiempo. Entre el descenso a Segunda B de 1992 (que acabó suponiendo la desaparición del C.D. Málaga como tal y el relevo de su filial, el Club Atlético Malagueño, que en 1994 fue redenominado a Málaga C.F.) y el regreso a Segunda de 1998 tan sólo transcurrieron seis años, lo que dio lugar a algunos pocos enfrentamientos entre ambos clubes en Segunda B hasta que el club malaguista pudo abandonar dicha categoría. Únele a ello que Málaga y Granada no se volvieron a ver las caras en un encuentro de carácter oficial hasta 2011, en Primera división, y se obtiene así la razón de por qué hay tantos malaguistas y granadinistas de nuevo cuño que no tienen constancia alguna de aquella vieja rivalidad, por lo que el anteriormente terrible derbi entre ambos se ha convertido ahora en uno de corte pacífico y amistoso, teniendo en cuenta además que en estas últimas seis temporadas en la que ambos equipos han coincidido en Primera división, ni el Málaga ni el Granada han llegado a competir siquiera por las mismas aspiraciones deportivas y clasificatorias salvo excepciones.

Es aquí donde, a falta del verdadero rival de toda la vida, encontramos a una afición malaguista ávida de buscarse a otro equipo con el que rivalizar y hacerle la puñeta. Ya en los ochenta, mientras el Granada estaba ya hundido en Segunda B y el Málaga alternaba la Primera división con la Segunda, se produjeron algunos escarceos con el entonces emergente Cádiz, equipo de una ciudad que está algo más lejos de Málaga de lo que está Granada pero que podía hacer el apaño igualmente, y que además coincidió con que entonces se encontraba viviendo los mejores momentos de su historia con una militancia más o menos duradera en Primera división. No olvidemos además lo terrible que resultó para los malaguistas especialmente aquella promoción que midió a ambos conjuntos en 1991 y que se llevó el Cádiz manteniendo la máxima categoría en favor de un Málaga que aspiraba recuperarla. Pero esa fugaz rivalidad de nuevo cuño con el Cádiz fue estéril e insuficiente, y fue entonces cuando comenzó a emerger otra con el Sevilla, que para muchos llegó a ser más intensa y visceral si cabe. ¿Pero por qué empezó a darse esta rivalidad? Y es más, ¿por qué a la par empezó a darse otra más o menos similar entre el Málaga y el Real Betis, siendo que normalmente aquellos equipos que suelen tener algún tipo de enemistad con el Sevilla han simpatizado en cambio con su rival bético?

Duda, otro de los futbolistas que ha militado en ambos clubes: Foto ABC de Sevilla

Realmente, los enfrentamientos entre Málaga y Sevilla, aunque numerosos en la historia porque se han llegado a dar hasta en 70 ocasiones entre ambos estadios malagueño y sevillano en todas las posibles categorías (Primera, Segunda y Copa del Rey), nunca llegaron a ser partidos de un especial morbo y rivalidad hasta hace aproximadamente unas tres décadas. Hasta entonces, el Sevilla y el Málaga siempre tuvieron sus derbis propios, diferenciados y definidos, pero fue la pérdida del suyo por parte del bando malaguista lo que posiblemente motivó que muchos aficionados del conjunto malagueño se buscasen otro, ante la salida prolongada del Granada de las categorías del fútbol profesional español. Y es ahí donde entra en liza la cuestión extradeportiva para entender esa enemistad de nuevo cuño entre el Málaga y el Sevilla, heredera de la que aparentemente ya tenían ambas ciudades en otros diversos ámbitos.

Estos choques entre malaguistas y sevillistas tienen una motivación y significancia que sólo se entiende si extrapolamos al contexto del propio fútbol y vamos más allá. Estamos hablando de las dos ciudades de mayor magnitud y relevancia del sur del país, que siempre han tenido sus desavenencias en el frente político y regional. No olvidemos que Sevilla es la capital de Andalucía y que Málaga es posiblemente la mayor ciudad de España que no es capital de comunidad autónoma alguna, una circunstancia derivada de la irregular confección autonómica del país y que en el caso concreto de Andalucía igual sería más eficiente si administrativamente estuviera dividida en la que históricamente han sido siempre las dos mitades diferenciadas de la región, Andalucía occidental y occidental. Además del asunto político, también podemos considerar el clásico enfrenamiento malagueño-sevillano derivado de algunos eventos tradicionales de gran calado en ambas ciudades como son la Feria y la Semana Santa, estando las respectivas de ambas ciudades consideradas como de las más importantes en el ámbito nacional. Y es aquí, en el pique entre ambas ciudades que las enfrenta en estos y otros ámbitos, donde se llega a meter al fútbol de por medio y  por lo que surge el gran germen de las tensiones entre malaguistas y sevillistas, que casi por el mismo motivo también enfrenta a malaguistas y béticos cuando les toca, como ya se ha mencionado.

Imagen de un reciente Sevilla – Málaga, año 2015: Foto LaLiga

Entonces, ¿cómo distinguimos a este partido? Muchos le llaman derbi, pero aunque la definición de dicho término pueda aceptarlo como tal, realmente cada equipo tiene al menos un derbi de consideración histórica más importante que este. Partido de rivalidad regional es una forma más genérica de referenciarlo pero que en el fondo adquiere una connotación similar, porque implica que los dos equipos tienen una rivalidad generada dentro de la región y por lo tanto debería ser propia de un derbi. Y especialmente en la parte sevillista podemos encontrar también el otro extremo de menospreciarlo como un partido más, uno de tres puntos como otro cualquiera. Pero eso no es desde luego lo que podemos ver reflejado en el Sánchez Pizjuán cada vez que el Málaga va allí, en lo que a cánticos de la afición se refiere y que especialmente provienen de su sección ultra. Un partido más desde luego no debería tener esa clase de enfrentamientos verbales en la grada que se da en ambos estadios o que incluso hayan tenido lugar desagradables incidentes entre radicales de los dos equipos como alguna que otra vez se ha dado en ambas ciudades. ¿Es entonces un partido que se vive de manera especialmente intensa desde el lado radical y que el sector más relajado de ambas aficiones se lo toma de una manera más comedida? Pero entonces, ¿es un derbi o no lo es?

La respuesta, por si no había quedado ya suficientemente clara, depende de la interpretación que cada uno prefiera darle. Lo que está bastante claro es que la historia ha dictaminado siempre un derbi muy distinguido y arraigado para cada equipo que además, en cada caso se ha dado más veces, especialmente en el caso sevillano, que el enfrentamiento particular entre malaguistas y sevillistas. ¿Es entonces el Málaga un segundo plato para el Sevilla y el Sevilla un segundo plato para el Málaga? ¿Una especie de novia de consolación cuando no está de por medio la que realmente le toca a cada uno? ¿O hay gente a la que igual le gusta más la de consolación? Mientras no se lleguen a los desagradables extremos de la antideportividad y la violencia, que cada uno sea libre de tenerle más o menos interés a este partido, incluso cuando lo colocan en un día tan gris e impropio del fútbol como es el Lunes.

 

Foto destacada: Málaga Club de Fútbol

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