A pesar de la victoria por 0-3 de ayer ante un flojo Elche, en los últimos días el desastre que supone un posible descenso del Real Zaragoza a la categoría de bronce del futbol español y por tanto su más que probable desaparición como club, ha provocado un nerviosismo en la ciudad maña.
Tras la destitución de Raúl Agné, que ha demostrado su incapacidad para llevar al equipo zaragozano donde se merece, ya que de 19 encuentros jugados solo consiguió 6 victorias y un total de 22 puntos de 57 posibles, aparece una nueva esperanza en la figura de César Láinez. El que fuera portero del Zaragoza y hasta hace unos días entrenador del Deportivo Aragón, líder en la Tercera División aragonesa, ha sustituido a Agné como entrenador del Real Zaragoza ante una situación crítica, tras la jornada de ayer, a pesar de la goleada, a solo cinco puntos sobre el descenso.
Veremos que ocurre durante las próximas semanas, pero lo cierto es que hasta el momento está siendo una temporada para olvidar. Buena muestra de ello es el paso de tres entrenadores distintos, el turolense Luis Milla, el mequinenzano Agné y ahora el zaragozano Láinez. Tal y como dijo Zapater hace unos días en la rueda de prensa: “Es lamentable llevar tres entrenadores, los culpables son los jugadores” y tiene argumentos para afirmarlo: la falta de gol de un equipo sin recursos y la incapacidad para tener una defensa sólida y un portero con garantías, acercan al Real Zaragoza a una situación perversa.
Aunque el objetivo a principio de temporada era ascender a la Liga Santander y competir de nuevo entre los 20 mejores equipos de España, la realidad es que con el paso del calendario, el equipo y la afición tienen en estos momentos un nuevo objetivo: no descender. Edu Bedia, en la rueda de prensa del pasado jueves, tuvo que responder con cierta dificultad, a preguntas sobre esta posible pérdida de la categoría: “La Segunda División es muy igualada y la Liga al final te pone donde te pone; seguramente hemos hecho méritos para tener más puntos, pero ahora sabemos dónde estamos”.
Con parecido estilo, Láinez en su presentación ante la prensa pedía prudencia y mucho trabajo, ya que como zaragocista conoce de cabo a rabo que si su equipo compite y saca los partidos adelante, la Romareda les llevará en volandas. Aunque la palabra que más se repite ahora en la capital aragonesa es descenso, aún se respira un aire de optimismo ante una posible salvación e incluso existe una minoría de seguidores que consideran posible clasificarse para el play-off de ascenso.
El futuro dejará al Real Zaragoza en su sitio, pero está muy claro que si se proclama otro desastre como el 6-2 vivido el año pasado frente al Llagostera en Palamós, la afición zaragocista vivirá sus peores pesadillas y se proclamará una guerra entre jugadores, directiva y afición.
Imagen vía: heraldo.es
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