Opinión

El pesar de los más sufridores del fútbol español

¿Cuál es el auténtico “pupas” de nuestro fútbol? La respuesta fácil seguramente apunta a cierto equipo grande que viste de rojiblanco. Pero en realidad hay una afición de cierto club histórico del fútbol español que tiene bastante que decir en ese sentido.

Es un hecho irrefutable que la temporada del Málaga está siendo un completo desastre. Con muchas expectativas creadas en el inicio de la misma con la prometedora llegada de Juande Ramos al banquillo, acompañado de unos fichajes ilusionantes y unas aspiraciones europeas que se constataron sin tapujos desde el primer día, la realidad tras siete meses de competición es que el club malaguista ha dado un par de pasos atrás respecto a lo recorrido en las dos últimas temporadas por el cuadro dirigido entonces por Javi Gracia, en vez de dar el salto al frente que tanto se esperaba respecto a aquel.

Clasificarse para competiciones europeas es ya poco menos que una quimera que absolutamente nadie contempla. El propio entrenador actual, Míchel, que para colmo de males es el tercero que pasa por el banquillo de Martiricos en esta temporada y siendo ésta una circunstancia que hacía ya bastantes años que no se daba, ha tenido a bien tachar de “disparatado” el que se llegase a contemplar tal objetivo a principios de temporada, aduciendo que ello ha afectado sensiblemente a la moral de la plantilla. Claro, es disparatado ahora que esos puestos están a 20 puntos de diferencia faltando ya tan sólo 30 por disputar. ¿Pero era tan disparatado pensar en alcanzarlos al principio de temporada, con 70 millones de presupuesto y cuando los precedentes inmediatos del Málaga, contando con plantillas en teoría peores que la actual, habían estado tan cercanos a conseguirlo?

Los tres entrenadores del Málaga en la presente temporada: Fotos Málaga Club de Fútbol

Es más, ¿es realmente disparatado pensar que este club, esta ciudad y esta afición se puedan merecer el apostar por esas altas cotas en vez de tener que estar siempre mirando hacia abajo? Por desgracia, la trayectoria tortuosa que ha tenido que soportar el malaguismo en toda su historia así lo dice. No olvidemos que estamos hablando de un club que representa a una ciudad de casi 600.000 habitantes y que jamás ha conseguido ningún título de enjundia, amparándose en algunos que ya ni siquiera tienen continuidad en la actualidad como una Copa Presidente en los años cuarenta y sobre todo aquella Copa Intertoto del año 2002 que posibilitó la primera clasificación para competición europea oficial de la historia del Málaga.

Estamos hablando de ese histórico del fútbol español al que algunos son prestos a minusvalorar por querer diferenciar sus etapas como Club Deportivo Málaga y Málaga Club de Fútbol pero que al fin y al cabo no son más que parte indisoluble de lo que siempre ha sido esencialmente la misma entidad, con un historial y unas señas de identidad delimitadas de manera totalmente común, por no hablar de que ambos fueron uña y carne durante mucho tiempo cuando uno era el filial del otro. Este club, que tan orgullosamente defiende una historia más que centenaria con orígenes de 1904, ha sido víctima siempre de las peores dichas que se recuerdan en un club de cierta presencia en la primera división. Porque siempre puede haber quién esté peor, eso no se niega. Pero incluso considerando a los equipos que puedan estar en la categoría más baja de nuestro fútbol, es difícil encontrar un caso peor que éste.

Una afición que ha tenido que presenciar 36 temporadas en primera división repartidas en 13 ascensos a primera y 12 descensos a segunda, récord no sólo del fútbol español sino allende sus fronteras. En seis de esos ascensos, el descenso a la categoría de plata se producía de manera inmediata nada más ascender, y en otros cuatro apenas hubo una o dos permanencias de por medio para volver a descender otra vez. Únicamente en tres etapas se llegó a vislumbrar algo de estabilidad que podía permitir al club no sólo asentarse en primera división sino buscar incluso objetivos más ambiciosos. La primera fue aquella del primer lustro de los años setenta, luego le siguió la más reciente de comienzos de nuevo siglo, y finalmente tenemos la que ahora nos ocupa. En todas ellas, se fue batiendo paulatinamente el registro de permanencia consecutiva del club en la máxima categoría, primero en cinco temporadas, luego en siete temporadas y ahora en nueve. Pero en todas ellas, y especialmente en las dos primeras, ese prometedor progreso de club siempre se vio truncado por “algo” que le hacía estamparse de manera inesperada con la dura segunda división. ¿Será algo que ocurra también ahora? Esperemos que no.

Por si fuera poco con tanto subir y bajar, estamos hablando de un club que también ha sido objeto de acusaciones de permitir que le compraran un partido como el que supuestamente se produjo contra la ahora desaparecida Unión Deportiva Salamanca en 1980, algo que al final nunca se demostró. Además, ha tenido que padecer sanciones por cierre de su estadio, una de las cuales le costó incluso la resta de tres puntos por no querer comparecer en el estadio de exilio, e incluso desalojos del mismo por temas legales como los que se produjeron en 1994, un estadio que de hecho antes le pertenecía en propiedad y ahora está en manos de tres instituciones que tuvieron que rescatarlo de un acreedor en la forma de banco hipotecario. Y eso fue consecuencia de que esta afición haya tenido que sufrir lo que sin duda es lo peor del fútbol, una desaparición, aquella en el que el Málaga fue la gran víctima de la a día de hoy fracasada ley de sociedades anónimas deportivas, que tan esperanzadora parecía entonces y que tan fuertemente engulló a este club por encontrarse en una situación económica demasiado acuciante para poder remediarla.

Sentada de protesta en La Rosaleda (1992): Foto de archivo Diario SUR

No olvidemos además que todo aquello de la desaparición se pudo haber evitado si la suerte no le hubiese sido esquiva a los malaguistas en dos promociones consecutivas, una de permanencia en primera división contra el Espanyol y otra de ascenso a dicha categoría contra el Cádiz, que se perdieron ambas de manera idéntica en dos tandas de penaltis que en ambos casos estuvieron ganada con un último penalti favor, y que por fallarlo en ambos casos, al final acabaron suponiendo la ruina del club tras perderlas en las muertes súbitas, que alcanzaron el mayor sentido de la palabra cuando el club se vio abocado a morir descendiendo a segunda B al año siguiente y teniendo que resucitar en tercera a través de la posición de su hasta entonces filial, que por suerte sí que pudo salvarse de la triste tragedia. Todo eso fue en 1992, justo el año en el que se cumplía el plazo límite para poder pasar a ser una sociedad anónima deportiva si se quería subsistir en la élite de nuestro fútbol. Toda una triste coincidencia.

Un equipo que ha tenido que padecer tanto, que ni siquiera ha llegado a disputar una mera final de Copa del Rey y cuyo máximo esplendor en ese sentido fueron unas semifinales que ya no se revalidan siquiera desde hace 43 años. Por no hablar de su trayectoria en competiciones europeas, donde nunca llegó a pasar de los cuartos de final. En lo que ahora se denomina Europa League, antes conocida como Copa de la UEFA, este club cayó de la misma manera dolorosa que lo hizo en aquellas promociones que tanto le condenaron a principios de los noventa, en una tanda de penaltis en el estadio del Boavista portugués que puso fin a aquel gran Málaga comandado por Joaquín Peiró.

Y no digamos lo que ocurrió en Liga de Campeones, una de las mayores injusticias que se recuerdan en la máxima competición europea de clubes, donde aquel extraordinario Málaga dirigido por Manuel Pellegrini tenía contra las cuerdas al que luego fue finalista de esa competición, el Borussia Dortmund, y acariciaba unas históricas semifinales que nunca se sabrá ya a qué podrían haber dado lugar, para que al final fuese un nefasto árbitro el que se las arrebatase concediéndole dos goles ilegales al equipo alemán en el tiempo de descuento. Sí, el Málaga iba ganando 1-2 ese partido gracias a un gol en fuera de juego obra de Eliseu, pero el Borussia sumó en los últimos minutos un tanto precedido de falta clara a Portillo y luego otro que dio la vuelta al mundo con fuera de juego aún más clamoroso, de hasta cuatro jugadores. Si se restan los tres goles ilegales del partido, un 1-1 igualmente hubiera dado la clasificación a los malaguistas, en vez del injusto 3-2 que finalmente se dio.

Eliminación de la Liga de Campeones en Dortmund (2013): Foto RTVE

Así pues, tras leer esta novela de terror que supone la historia futbolística de este Málaga, rey de ascensores y esclavo de las más aciagas penurias, ¿no se le quedan ganas a uno de desear que por una vez en la vida, a este club le puedan salir las cosas bien, sin nada que al final se las acabe estropeando? ¿Qué no se le trunquen sus aspiraciones e ilusiones siempre de la misma desdichada forma? ¿Qué alguna vez este club sea algo más en el contexto del fútbol español que un mero figurante que a veces está en primera y a veces no? Y sobre todo, ¿no se le queda a uno la sensación de que ellos son el auténtico “pupas” de nuestro fútbol? Porque sí, qué mal se puede llegar a pasar cuando un club ha llegado a perder una final de Liga de Campeones en el último minuto, pero luego siempre o casi siempre está ahí arriba intentando revalidar esa oportunidad con la esperanza de cambiar esa suerte. ¿Pero qué pasa cuando se trata de un equipo que por una razón u otra está siempre abajo, y a las pocas oportunidades que se le ha presentado de haber estado arriba, algo le pisotea para que vuelva abajo otra vez? Y es que sarna con gusto no pica, pero la sarna de verdad, la que realmente te hunde en la miseria, esa sí que pica, y la verdad es que lo hace bastante.

Foto Destacada: Diario Sur.

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