Análisis Opinión

Diferencias sustanciales

El sábado en Zorrilla el Levante U.D. arrolló literalmente al Real Valladolid que vive una delicadísima situación. El 0-4 fue el correctivo más severo que ha recibido el conjunto pucelano esta temporada y, aunque las comparaciones son odiosas sobre todo si se hacen con el líder incontestable de la categoría, pueden servir para entender que le ocurre al equipo de Paco Herrera.

Se presentaba la ocasión para el Valladolid de dar un golpe encima de la mesa y postularse como firme candidato al playoff y de paso meter un poco de miedo en el cuerpo de sus rivales ganando al todopoderoso líder de la categoría. La ocasión era inmejorable: en casa y con un público que tenía la sensación de que su equipo podría dar la sorpresa. No fue así, el conjunto granota se paseó por Zorrilla sin apenas oposición demostrando la diferencia real entre un equipo que sabe a lo que juega y otro que vaga por los partidos en busca de la inspiración de sus hombres de calidad. El partido demostró no solo las virtudes de los de Muñiz sino, en comparación, los defectos de los vallisoletanos, los cuales vamos a tratar de desgranar.

El rombo no funciona

El rombo que tanto gusta a Paco Herrera se está diluyendo con el paso de las jornadas y, salvo en contados partidos, no está funcionando; en el partido del sábado tocó fondo, pero ¿por qué?. ¿Son mejores los centrocampistas del Levante? ¿tienen más calidad?, sinceramente creo que no, el problema reside en la colocación de las piezas y en el trabajo sobre las mismas. Cuando un equipo juega con este sistema es necesario que exista poca distancia física entre los jugadores, en ataque para poder combinar y en defensa para evitar que el contrario lo haga (precisamente lo que hizo el Levante). Con Leao metido entre los centrales, Míchel entre los delanteros y Jordán y Álex López más preocupados en no perder la posición que en ganarla,… los Natxo Insa, Lerma o Verza solo tuvieron que colocarse entre medias de los jugadores del Valladolid para ganar todos los balones y lanzarlos rápidamente hacia los puntas. Los errores en el pase y en el control provocados por la distancia entre jugadores se sucedieron uno tras otro. En defensa más de lo mismo, jugadores muy separados que hacían que el Levante pudiera llegar con facilidad hasta la línea de centrales.

La salida del balón

El Valladolid es un equipo hecho para salir con el balón jugado desde atrás habida cuenta del escaso poderío aéreo del que dispone. Ante el Levante las jugadas se intentaban iniciar desde la portería o los centrales hasta los laterales que ganaban los primeros metros. Sin embargo, al llegar a la línea de centro, tanto Markel como Balbi se encontraban con el mismo problema: la imposibilidad de dar un siguiente pase seguro, que desembocaba casi siempre de dos maneras; o bien un pase largo buscando a los atacantes y encontrando una y otra vez a los defensores levantinistas, o un pase más corto a un delantero que tenía que recorrer muchos metros hasta que también acababa perdiendo el cuero. Una vez más la pasividad de los centrocampistas y el buen posicionamiento de los de Muñiz hizo estragos. En este sentido, se echó en falta una mayor colaboración de Leao, unas veces bien tapado por Roger y otras bien escondido detrás del ex “9” pucelano. Un medio centro (aunque sea defensivo) debe ser capaz de ofrecer alguna mínima solución con el balón para sus compañeros, sino directamente sobra.

Errores defensivos

La defensa está siendo hasta ahora el punto fuerte del Valladolid pero el sábado incurrió en varios errores que pudieron costar más goles. En primer lugar hay que decir que los ataques de Valladolid y Levante se asemejan más de lo que parece; ambos buscan con el juego entre líneas y el desmarque ganar la espalda de los defensores, la diferencia está en saber como defenderse. Los laterales del Valladolid subían en muchas ocasiones los dos a la vez provocando la superioridad numérica del Levante en la zona de tres cuartos donde los centrocampistas levantinos se mueven como pez en el agua creando situaciones de jugadas de la segunda línea; fruto de ellas el tercer y cuarto gol. En el área contraria, el Levante cerraba siempre mínimo con tres jugadores atrás: dos con el jugador que recibía la pelota y uno guardando las espaldas de sus compañeros. Además el apoyo constante de Verza en el posible rechace que impedía la segunda jugada de los centrocampistas pucelanos.

Balón parado y fueras de juego

Para terminar, dos apuntes rápidos. El primero es que hasta en ocho ocasiones el Valladolid cayó en fuera de juego por una del Levante y en casi todas con clara responsabilidad del delantero en cuestión en lugar de por mérito de la zaga rival. El segundo, el tema recurrente del balón parado; tan solo un córner provocado en 90 minutos, lo dice todo sobre las llegadas al área del equipo de Herrera, prácticamente ningún golpe franco peligroso y cero remates en jugadas de este tipo. Por contra, el Levante botó 8 saques de esquina y, aunque solo logró rematar en un par de ocasiones, en el resto los despejes de la defensa pucelana terminaron TODOS en las botas de Natxo Insa en la frontal del área; y yo me pregunto… ¿Nadie lo vio para poderlo evitar?.

En definitiva, mucho que aprender y por mejorar tras lo visto ante el líder. Errores que llevan todo el año siendo muy comunes pero que, al tener enfrente, un equipo hecho y derecho, se acrecentan. El sábado con la visita a Alcorcón, volveremos a vernos con  un equipo de nuestra liga y estas deficiencias ¿quedarán en el olvido aunque sigan existiendo?.  Tiempo para enmendar la situación hay de sobra pero no nos confiemos, también lo hay para meterse en problemas.

Imagen destacada: Marca.


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