Análisis Balonmano Opinión

Y es que el balonmano femenino en Hungría se vive de una forma distinta

En los tiempos de crisis sólo la imaginación es más importante que el conocimiento.

Porque solo en los momentos de crisis surgen las grandes mentes. Porque sin crisis no hay cambios, y sin crisis no se forman las grandes conciencias. Y para concienciar primero hay que descubrir los hechos, reconocer los errores y descifrar las posibles soluciones. Porque no es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente; sino la que es capaz de adaptarse mejor al cambio…

Es innegable que el balonmano femenino español ha padecido una recesión en el último lustro. Una gran crisis que sigue pesando pese a los fervientes intentos por devolverlo al lugar que se merece y que nunca debió abandonar.

Una liga marcada por intensos problemas económicos, donde la retirada de patrocinios y la falta de ayudas públicas terminaron desprofesionalizando aún más ese deporte que al mismo tiempo gozaba de un clarividente auge a nivel europeo. Vertiginoso desengaño en las entidades deportivas con la consecuente fuga de cerebros. Traducción, una de las mejores generaciones de jugadoras de la historia obligada a emigrar al extranjero para alcanzar aquello que es suyo por derecho.

Probablemente sigamos marcados por tópicos culturales. Muy típico. Pero, ¿y si sobra conocimiento y falta imaginación?

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Miércoles 1 de marzo, 17:15h y cartel de no hay entradas. El pabellón cuenta con una capacidad de 1400 espectadores, que van ocupando sus localidades mientras la televisión entrevista a los técnicos de ambas escuadras en una previa que se ve a nivel estatal. Suena muy utópico. Pero tiene truco. No es España, ojalá. Es Hungría.

Ferencvarosi TC versus Gyori ETO. Segundo contra primero volvían a encontrarse en uno de los partidos más importantes de la temporada y para deleite de todo aficionado. Deportivamente, ya contaba de por sí con tres de las cinco nominadas a mejor jugadora del año por la IHF. Pero además de Nora Mork, Groot y Grimsbo se pudo disfrutar, entre otras, de jugadoras de la talla de Groch, Amorim, Gorbitz y Tomori, por parte de Gyori; así como de Nerea Pena, Schatzl, Kovacsics y Snelder, por parte de FTC. Todo un lujo.

Duelo de titanes que en ningún momento defraudó. La igualdad fue más que palpable durante todo el choque y, a pesar de dominar las visitantes con diferencias no demasiado amplias en distintos parciales, el resultado terminó haciendo justicia a lo acontecido en el 40×20 durante los 60 minutos. Circulaciones rápidas y fijaciones consecutivas, pases sorpresivos, defensas férreas, técnica individual y calidad de lanzamiento. Por todo ello cualquiera podría haberse llevado la victoria. No obstante, el pitido final de un notabilísimo arbitraje se firmó con las tablas a 28 en el luminoso. Reparto de puntos que mantiene la incertidumbre en una liga donde todo puede pasar, aún teniendo en cuenta que ambos conjuntos parten como favoritos en las apuestas.

Y es que el balonmano femenino en Hungría se vive de una forma distinta. Estas dos aficiones animan sin parar, se entregan para aupar a las suyas, aplauden cada acción y enmudecen para cantar conjuntamente el himno nacional. Muestra de un profundo respeto. Y entonces aparece esa envidia en forma de admiración. Porque al margen del plano deportivo destaca también la profesionalidad arrojada por el club. Trato personal a la hora de atender las necesidades para asistir al encuentro que magnifica si cabe más la brillante gestión realizada en dicho procedimiento.

Por tanto, no es sorprendente que en los últimos años el país magiar se haya convertido en un referente ocupando una de las posiciones más privilegiadas dentro del marco geográfico mundial, tal vez por la gran apuesta estatal realizada a la hora de fomentar la práctica y promoción de este deporte. Una inversión que al final se ve reflejada tanto en el desarrollo de una potente competición local como en la acogida de la Final Four (Champions League) femenina en Budapest; todo ello símbolo de trabajo bien hecho.

Y es que el balonmano femenino en Hungría se vive de una forma distinta. Muestra de que existe un balonmano más mediático, más profesional deportiva y económicamente hablando. Porque el balonmano sigue siendo un deporte rentable, sigue siendo un deporte que crea afición y levanta pasiones, sigue siendo un deporte completo y complejo. Sólo falta apostar más por ello. Hacer gala de esa entrega y pasión que nos caracteriza y derrochar imaginación para seguir soñando con alcanzar en un futuro lo que hoy en día tiene Hungría. Porque en España hay balonmano femenino, hubo, hay y habrá nivel, sólo falta destaparlo y evitar que se siga perdiendo por el camino. Porque aquí también es posible ser un referente. Existe ese balonmano mejor.

Imagen destacada: Facebook Ferencvarosi Torna Club

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