Análisis Opinión

Las claves del estallido en Mestalla

El Real Madrid ha caído derrotado ante el Valencia por dos goles a uno en Mestalla en una tarde en la que el recuperar el partido aplazado ha sido algo que no ha beneficiado para nada a los blancos.

Es sencillo, es muy simple, es cosa de mirar un segundo el partido, observarlo durante varias milésimas, para darse cuenta de que Héctor Cúper parecía haber vuelto a alinear a un equipo plagado de estrellas. No solo hemos visto la intensidad en este incansable equipo, sino los goles, la frescura, el poderío, el sacrificio, y, sobre todo, la victoria que aquel bloque ‘Ché‘ simbolizaba.

Hoy el Valencia ha sacado de dentro un poder que tienen escondido los grandes clubes en los momentos más importantes. En cambio, el Madrid no ha podido sacar el suyo. Los de Zidane han dominado el partido durante buena parte de los minutos, pero no han tenido la intensidad pedida, la llegada adecuada, y ni siquiera han conseguido tomar la ventaja en el marcador ni en las ocasiones, ya que, cuando lo han intentado, se han topado con un muro. El Valencia ha sido el Valencia que siempre hemos conocido, llegando a dar las sorpresas que siempre solía dar.

Pero dejemos de lado lo comentado hasta ahora. Dejemos de lado los halagos, los buenos resultados (y los malos), y vayámonos a analizar aquello que verdaderamente interesa. Vayámonos a ver qué es lo que ha propiciado que los blancos no se hayan levantado de un batacazo en forma de dos contraataques traducidos en dos goles.

En primer lugar, para comprenderlo debemos remontarnos al minuto 0, al comienzo del choque. Concretamente, tenemos que situarnos en el momento en el que Zaza controla un esférico que no parece ir hacia un lugar concreto, y empalma una volea de ensueño que Keylor observa sin ánimo de lanzarse a salvar el desastre. Acto seguido, pasamos a una escena que sucede tres minutos más tarde, cuando Orellana, libre de marca por un fallo defensivo, consigue enganchar un disparo cruzado que Navas, nuevamente, vuelve a errar.

El primero de los señalados es, pues, el tico. El guardameta no ha estado al nivel exigido. Si bien, es cierto que ha conseguido sacar ciertas jugadas como por ejemplo el disparo de Parejo en la primera mitad, pero no ha acertado cuando debía. Este hecho, unido a las críticas que le llueven y al buen estado de forma de un Casilla que ya golpea fuertemente la puerta de la titularidad, puede acarrear consecuencias demasiado negativas de cara a su continuidad en el once base.

En segundo lugar, tenemos el tremendo ritmo con el que se ha encontrado el Real Madrid en un partido que no preveía de tal forma. Zidane planteó un 4-4-2 en el que James se movería entre el tercer hombre adelantado y el cuarto centrocampista. El control de balón era su principal preocupación, sin embargo, luego de los dos tantos del rival, todo pareció irse al garete pese a seguir con el dominio del cuero. Las complicaciones al llegar a la ‘Zona 3‘ fueron lo más difícil de superar para los merengues, unos que, finalmente, consiguieron abrir el muro ‘Ché‘, gracias a un centro del impecable Marcelo, y anotar el 2-1 al borde del descanso.

El ritmo ha sido el que ha crucificado a los madridistas esta tarde de febrero. De haberse jugado el partido meses atrás, muy probablemente no habría existido la misma disposición por parte de los valencianistas. En cualquier caso, ha sido más mérito de los hombres de Voro que demérito de los de ‘Zizou‘. Un baño defensivo e intensivo.

En tercer lugar, tenemos el tema de la fortuna, el de las cosas mágicas que ocurren sin saber muy bien por qué. En este apartado dividimos los sucesos en tres pequeños bloques:

Ronaldo. El luso ha rendido como hacía tiempo que no lo hacía. Se ha reencontrado con el gol, con sus elásticas, con su participación, e incluso con sus disparos desde fuera del área tan característicos. Ronaldo ha vuelto a ser Cristiano, y, de no ser porque aquel disparo al final de la primera mitad se marchó desviado, no ha podido revolucionar el partido. La fortuna no lo ha acompañado en el gol del todo. Tal vez, si hubiera recogido algún que otro esférico más de los que su equipo le ha propuesto, la historia habría cambiado. Quién sabe…

Zaza y Orellana. Casualidad pueden ustedes llamar a lo sucedido. Destino, en mi opinión. Y es que, Simone y Fabián han sido los encargados de hacer una montaña a raíz de un grano de arena (cambiando claramente el sentido de la metáfora), sin embargo, pocos se han dado cuenta de la tremenda casualidad, aquella que dictamina que con los futbolistas con los que ha ganado el Valencia no estaban en el club en diciembre, el momento en que se debió celebrar el duelo. ¿Destino? ¿Casualidad? ¿Ambas? Decidan ustedes.

Cambios. Sí, Zinedine suele realizar los cambios que debe. Suele. Y digo suele porque hoy parece no haber sido Zinedine. Zidane se ha encontrado perdido en este apartado, llegando a sustituir al final del partido a un central por otro (Nacho por Varane). ‘Si nos dejamos despistar, con diez minutos de errores y nos meten la mierda’, comentó el francés en sala de prensa. Es cierto que la culpa de todo parte, tal y como hemos comentado en este análisis, de los primeros tantos, pero eso no quiere decir que no pudiese haberse solucionado de alguna forma lo acontecido a continuación. Lo más sencillo habría sido colocar un delantero más cuando se pierde 2-1 y un líder se juega el campeonato doméstico, no obstante, se ha optado por el camino más complicado. Encontramos un nuevo sistema a años luz de la Tierra, pero creo que tardaremos en averiguar el porqué de la mala gestión de los cambios hoy, concretamente en el segundo.

De esta forma, y siendo fiel a un estilo, porque parece que existe; creando polémica con un penalti en el que Ramos pudo acabar con meses de carrera de Munir, porque fue demasiado claro; y manteniéndose con un punto por arriba del F.C. Barcelona con otro partido aplazado, reina la paz en Madrid. O eso parece, ya que un estallido como este entraba en las previsiones de ir a Mestalla.

Imagen: Mundo Deportivo.

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