Opinión

Siéntense y disfruten del monólogo

El Real Madrid ha podido derrotar al Espanyol de Quique Sánchez Flores por dos goles a cero en un partido que no ha sido apto para aquellos amantes no habituales del fútbol. El dominio blanco difuminó a los visitantes.

Siéntense, miren al frente y disfruten de un monólogo al más puro estilo de Dani Rovira, de Paco León o de Leo Harlem. Siéntense, miren al frente y vean cómo su equipo consigue hacerse con la victoria de manera holgada. No pierdan nunca de vista a un rival que esfuerzo, desde luego, ha demostrado con total seguridad, pero que no ha podido hacer más que lo que ha hecho.

Bien cierto es que el equipo de Zidane ha disparado poco a portería en el día de hoy, sin embargo, es imposible negar que su dominio ha ido desde el principio hasta el final. Kiko Casilla, guardameta madridista titular que suplía a Keylor Navas, ha tenido uno de sus días menos ajetreados gracias a la verticalidad, control y efectividad de su bloque de jugadores.

Y es que, si se desea entender este encuentro, es preciso referirse a una serie de jugadores concretos, a unos chicos que, por ellos mismos, han cambiado el transcurso del choque. En efecto, no se puede negar que cuando comenzó a rodar el esférico, el Espanyol le puso las cosas muy complicadas a los blancos. Pero vayamos más allá: ¿Por qué sucedió esto? Muy simple, Quique colocó a dos hombres sobre Toni Kroos, no dejando así al alemán descongestionar el ataque madridista y no permitiéndole combinar con los Kovacic e Isco. Kroos se vio abrumado, se sintió rodeado y no pudo dar de sí todo lo que tenía en su interior.

Por desgracia para los visitantes, la presión no les duró lo suficiente, siendo este hecho lo que haría detonar la bomba de relojería que tenía hoy en sus botas el ex del Bayern de Múnich. Se zafó de sus perseguidores y dio un recital propio de un director de orquesta, justo lo que él es. A raíz de este aspecto, aparecieron el resto de protagonistas del monólogo merengue.

Kovacic apareció y se lució, pese a sufrir un choque aparatoso que pudo privarle de continuar hasta casi tres cuartas partes del envite. El croata pudo suplir la falta de Luka Modric y consiguió organizar el centro del campo, distribuyendo así los envíos que creía oportuno para otros actores como Vázquez e Isco, que no escatimaron tampoco en buen juego.

Todos son mejores cuando el resto es mejor. Nacho encontró su lugar en la banda izquierda, proliferando, poniendo centros medidos, atacando a la perfección al más puro estilo ‘Marcelo‘. Morata se reencontró con el gol y dio un golpe sobre la mesa en el momento más complicado de su titularidad en la escuadra vikinga. Ronaldo dejó alguna que otra pincelada y demostró que todavía sigue mereciendo, al menos por juego, el ‘The Best‘, muy a pesar de que los tantos no lleguen y no reflejen su sacrificio en el terreno de juego, uno en el que se encuentra mucho más relajado y a gusto.

Sin embargo, si de algo hay que hablar hasta la saciedad es de lo que acaparará todas las portadas de los diarios el próximo domingo: Señor Gareth Bale. El galés ha vuelto con una moto. Sí, no es una errata, sino que la ha traído al Bernabéu. Su preciosa Harley Davidson que porta en las piernas le ha servido para anotar el segundo, el de la tranquilidad, el de la victoria, el que siempre suele hacer el que más se deja la piel en el campo. Bale ha vuelto y lo ha hecho para quedarse en el once titular durante mucho, mucho tiempo.

Así, con poco más por contar en un partido en el que todo ha sido de color blanco, tan solo quedaron por destacar dos matices de los pericos. El primero de ellos la actitud de unos jugadores que parecieron querer anotar, y que no se lanzaron por hacerlo. Realmente, tanta ventaja futbolística no se había traducido en el electrónico, un hecho que podría haberles servido para empatar e incluso meter miedo durante los últimos compases del encuentro. El segundo de ellos es la enorme táctica planteada que no ha dado resultado. Sánchez Flores es un idealista, pero no ha podido conseguir lo que buscaba en esta tarde del sábado. Lástima que la presión se haya consumido en tan solo 25 minutos y no haya habido opciones de anotar durante este margen de tiempo.

Es por ello por lo que el monólogo ha terminado siendo un éxito. El público ha sonreído, los puntos han terminado en el bolsillo de los madridistas, y parece ser que la estabilidad vuelve.

Imagen: El País.

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