Esta semana se han disputado las semifinales de la Copa del Rey, y raíz de ahí ha vuelto a surgir la polémica, y es que, como cantaba Camilo Sesto, “ya no puedo más, siempre se repite la misma historia”. Sí, este año también se ha desatado la polémica sobre dónde deben de jugar la final ambos equipos clasificados, que en este caso son FC Barcelona y Alavés, y el estadio que suena, no es otro que el Santiago Bernabéu.
Problema que podría solventarse si como en Inglaterra se tuviese un estadio dedicado para dichos eventos, como es Wembley, sin duda alguna un estadio que ya sólo su nombre impone por mítico, capacidad (90 mil espectadores) y eventos futbolísticos que se ha visto sobre su césped.
Sin la solución anteriormente mencionada, lógicamente los clubs buscan un lugar donde poder celebrarse y que cumpla una serie de requisitos, como capacidad, modernidad, que sea una gran ciudad… sin duda alguna, el primero que sale a relucir no es otro que el Santiago Bernabéu, precisamente por ser el campo neutral que más capacidad tiene, lo que supondría un mayor reparto de entradas y por consiguiente un mayor ingreso económico, aunque tampoco debemos de olvidar que existen otros estadios con capacidad para albergar un evento de este calibre.
Pero como es lógico, el dueño del estadio, en este caso el Real Madrid, como dueño tiene la potestad de negarse, para eso es su estadio, de sus socios y de nadie más, es decir, es una propiedad privada y no está obligado a cederlo para dicha ocasión.
Es precisamente en este momento cuando se echa en cara el señorío del equipo blanco. Para eso debemos tirar de archivo y ver las consecuencias que ha traído cuando se ha ejercido dicho señorío.
Nos podemos remontar a la Copa que se celebró allá por 1997, entre el FC Barcelona y el Real Betis Balompié, tras conquistar el primero de ellos el título, sonó el himno a un volumen más alto de lo que se había escuchado jamás el de las mocitas madrileñas, amén de tener que aguantar ciertas celebraciones que pudiesen, a simple vista, ser desmesuradas y destrozos y pintadas en nuestro templo.
Aún así, esto no sirvió de escarmiento y en otras ocasiones se ofreció para la final, esta vez los afortunados fueron, una vez más, el conjunto catalán y el Atlethic de Bilbao. Hecho y evento que no fueron correspondidos con el señorío de los equipos invitados, pitadas al himno, abucheos al anfitrión del torneo y muestra de banderas independentistas.
El pasado año, algunos futbolistas, presidentes y aficionados, pedían repetir la final, esta vez entre el Barcelona y el Sevilla, una vez más, en la casa merengue, hecho que se evitó con unas obras en los vestuarios, excusa que podría ser creíble o no, pero el conjunto merengue ejercía su derecho a no ceder su estadio.
Ahora, un año más, se aproxima una final, y otra vez suena, aunque eso sí, no tan a las claras, el nombre del estadio Santiago Bernabéu. El presidente Florentino ya ha dicho que no, que habrá obras para el nuevo estadio, pero aún así no debería de buscar motivos, simplemente es nuestro estadio y no queremos que se celebre ahí un evento en el que puede que no sea respetado todo aquello que nos representa.
Para que se hagan una idea, imagínense que un servidor quiere celebrar su cumpleaños y les pido su casa, festejo para el que no están invitados. Sigamos imaginando, me llevo a mis colegas y llega el anfitrión de la casa, el cual es recibido entre abucheos porque no estamos de acuerdo con su presencia, no les gustaría ¿verdad? Pero aquí no queda la cosa, ahora quitamos ese escudo que tienes del apellido familiar y ponemos otro que carece de carácter legal y nos desatamos con unos cánticos que nada tiene que ver con el cumpleaños feliz, para más INRI, destrozamos parte del mobiliario y tienen que aguantar fotos de este estilo.
Parece que todo esto no es suficiente, y en la mañana del jueves nos desayunamos las declaraciones del que aparece en la foto superior diciendo lo siguiente: “Que el Madrid tenga narices de decir que la final no se juega en su estadio” No seré yo el que le conteste, este vídeo del año pasado que se podría extrapolar a este y sucesivos lo hace.
En base a lo dicho, poner en duda el señorío del Madrid, es no querer ver que ya se ha cedido el estadio en otras finales, ofrecerlo una vez y ver que no es bien tratado es tener señorío, una segunda es una mezcla entre señorío e insensatez, pero una tercera ya es de ser… chiss, que me lee mi madre.
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Fuente vía de la foto principal: europatours-online.com
