Balonmano Opinión

El balonmano base, la aceleración del talento

Hablar de la importancia del deporte en etapas de formación es tan interesante como necesario. Y más en los tiempos que corren, dónde los resultados deportivos de los máximos representantes del balonmano nacional saltan a la palestra no sólo por la consecución de la hazaña deportiva en si, sino por la continuidad del éxito ciclo tras ciclo. Sin embargo, si bien el éxito nos duerme en los laureles momentáneamente, no esconde la pobre realidad en la que el balonmano español sobrevive.

A pesar de todo, y desde una visión optimista, el balonmano base en nuestro país presume de buena salud. Si bien es cierto que a nivel mediático ha perdido popularidad en los últimos años (paradójicamente la época de mayores éxitos deportivos del balonmano nacional) y que él éxodo continuo de talentos nacionales hacia el exterior en busca de “la tierra prometida” han mermado significativamente la calidad de las competiciones domésticas, se abre ante los jóvenes una gran oportunidad.

En esta tesitura, y sobreviviendo a los azotes de la crisis de un deporte que se niega a dar sus últimos coletazos, no se ha tardado demasiado tiempo en sacar provecho de la situación y convertir esta amenaza en una oportunidad.

Citando al maestro Manolo Laguna “La vida no es esperar a que pase la tormenta, sino aprender a moverse bajo la lluvia”. Una frase que resume  perfectamente el presente. Una idea que moldea la actitud e invita a la esperanza.

A la vista están los resultados obtenidos por las selecciones nacionales en las diferentes categorías inferiores. Desde que se empiezan a reunir un grupo de jóvenes atletas en categoría promesas, hasta que terminan su iniciación internacional en edad júnior, no dejamos de ver a nuestros equipos en las posiciones privilegiadas del podio. Resáltese el extraordinario mérito que esto conlleva, compitiendo de tú a tú, y en ocasiones ganando (tantas, que hasta nos hemos malacostumbrado) a potencias balonmanísticas con talentos físicos sobresalientes y con un elenco de deportistas notables que se alimentan de un balonmano en una situación de crecimiento y desarrollo en sus países……..

La pregunta es lógica, ¿Cómo es posible que un contexto deportivo tan desmejorado seamos capaces no sólo de sobrevivir, si no de asomar la cabeza por encima del hombro de grandes potencias? La respuesta, no por darwiniana, es menos evidente. O adaptarse o morir.

Muchas veces hemos oído, y a veces experimentado, que sólo los más fuertes sobreviven. Y es precisamente el contexto lo que te hace crecer. Y se ha crecido como se debe, construyendo desde nuestras fortalezas.

Es precisamente esta crisis, la que nos está haciendo despertar de nuestro sueño dorado y afrontar la realidad destacando, entre otras, algunas grandes medidas:

–              La construcción de una identidad propia y definitoria:

La idiosincrasia balonmanística española se guía por unos raíles muy definidos. De esta forma es fácilmente reconocible el estilo propio del balonmano español, del que los jugadores más jóvenes beben desde sus primeras prácticas. El estilo táctico de nuestro balonmano se observa ya desde las etapas de formación, en la que nuestros jugadores han de suplir carencias físicas y antropométricas con un desarrollo táctico que les acerque a situaciones exitosas. Hay muchos caminos para alcanzar el éxito, lo importante es elegir el adecuado y que se identifique con uno mismo.

–               El incremento del número de jugadores jóvenes en ligas profesionales:

Hoy en día es muy elevado el número de jugadores y jugadoras que llega a jugar en las máximas categorías nacionales. El descenso del nivel deportivo de las competiciones trae consigo la partida de jugadores top, nacionales y extranjeros,  a otras ligas más competitivas.

 A los equipos no les queda más remedio que “tirar” con lo que hay en casa. De esta forma, el hueco dejado por esta migración de talentos es cubierto por jugadores jóvenes dispuestos a aprovechar la oportunidad que se les presenta. Es importante en este aspecto resaltar varios aspectos:

–              La motivación que supone para un jugador en etapa de formación el saber que tienen opciones de llegar a jugar en ligas profesionales. Supone un catalizador del esfuerzo que mantiene el foco centrado en el objetivo.

–              La aceleración que supone en el proceso de maduración del deportista, al verse compitiendo de manera precoz en ligas exigentes.

Si se tiene en cuenta la definición de la “experticia” como la suma del conocimiento y la experiencia, al arrojar a estos jóvenes deportistas al caldo de cultivo de la competición profesional se acelera el proceso formativo de forma exponencial.

Juventud, divino tesoro. El futuro está en sus manos. Aprovechen la oportunidad. Y ya saben…lo que no les mate, les hará más fuertes.

Fuente imagen destacada: www.marca.com

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