Finalizó la primera vuelta de competición en la Liga 1|2|3 de Segunda División y lo ha hecho con un golpe encima de la mesa por parte del Real Valladolid tras salir victorioso de uno de los campos más complicados de la categoría: El Ramón de Carranza.
Llega el ecuador de la competición en la categoría de plata del fútbol español y lo hace con el Real Valladolid en puestos de playoff de ascenso a la Primera División. Un hecho que, pese a ser meramente anecdótico a estas alturas de la temporada, siempre genera cierta satisfacción en los aficionados y desde luego hace afrontar la segunda vuelta con algo más de optimismo. Tras una primera mitad de campaña que ha resultado ser una auténtica montaña rusa para los de Pucela, encontrarse en los puestos nobles de la tabla ha de ser un buen motivo para confiar en Herrera y sus chicos.
El Pucela termina el primer tramo de la liga con un balance de nueve victorias, cuatro empates y ocho derrotas; en el quinto puesto de la clasificación y a ocho puntos del Girona que marca en estos momentos los puestos de ascenso directo (también a nueve del descenso). En esta igualadísima liga, hay que destacar que la tabla se ha estirado notablemente en las últimas jornadas y, pese a lo apretado de la zona media, lo cierto es que es el momento de estar entre los primeros si se quiere luchar por el ascenso al final de temporada.
La clave de la actual situación está en la confianza demostrada por dirigentes, afición y jugadores en el trabajo de Paco Herrera. Pocos entrenadores habrían sobrevivido a cinco derrotas consecutivas como fue el caso del técnico catalán, y mucho menos con la tranquilidad con la que se llevaron a orillas del Pisuerga. Lo cierto es que, aunque la trayectoria del equipo sigue siento irregular (como la de casi todos en esta liga), tras esas cinco derrotas el bagaje es muy positivo ya que, desde el 2 de octubre cuando el Valladolid cayó ante el Levante, los pucelanos cuentan con tres derrotas más ante Elche, Numancia y Getafe; tres empates que merecieron mayor premio ante Zaragoza, Córdoba y Almería y siete solventes victorias. De estas últimas cuatro en los cinco últimos partidos y, lo que es más importante aún, seis de ellas sin encajar goles.
Es este último dato el que invita al optimismo; haga mejor o peor fútbol, el Pucela de Herrera es un equipo sólido, al que es difícil ya no marcar goles, sino hacer ocasiones. En este sentido tiene mucho que ver el triángulo defensivo formado por Guitián y Álex Pérez en el centro con Leao por delante, más si cabe, teniendo en cuenta que los dos primeros llegaron con la vitola de suplentes de Rafa y Lichnovski y hoy por hoy son titulares indiscutibles al igual que Moyano y Balbi en los laterales; dos jugadores sin florituras pero muy correctos en su labor. Resultado de esto es que el Valladolid sea uno de los equipos menos goleados de la categoría solo por detrás de Levante y Reus.
Al margen de la defensa, Herrera ha conseguido conjuntar un centro del campo con jugadores de calidad y dar a cada uno su rol y su partido. Así Álex López, Míchel, Jordán y Sergio Marcos se reparten minutos de calidad (unos más que otros lógicamente) para dotar al equipo de lo que necesita en cada momento. En este apartado hay que destacar a Míchel Herrero, un jugador que muchos sospechaban vendría a Valladolid a pasar el año y que ha demostrado ser un auténtico lujo para un equipo de segunda. De hecho, estos cuatro jugadores recién nombrados, a buen seguro serían titulares en algún equipo de primera.
Ya que no todo es perfecto, también hay que destacar algunas cosas negativas como la falta de instinto asesino en ataque y la portería. En este sentido Becerra llegaba con la carta de presentación de ser el Zamora de la categoría pero, sin ser un desastre (de hecho es uno de los menos goleados), quizás se esperaba que aportara algo más de seguridad bajo palos sobre todo en los balones aéreos y jugadas a balón parado que tanta importancia tienen en esta categoría. El cancerbero catalán será baja en Oviedo y Pau Torres tendrá la oportunidad de asaltar la titularidad, veremos que ocurre.
En cuanto a la línea ofensiva también existe cierto margen de mejora. Una vez descartados Drazic e Ibán Salvador (que han dado la sensación de no ir por el mismo camino que el resto del equipo), la responsabilidad ha recaído en Villar, Jose, Raúl de Tomás y Mata. Cada uno de ellos ha ido teniendo sus oportunidades en distintas fases del campeonato y la intercalación de unos y otros ha dado buenos resultados en cuanto a juego pero no tanto en efectividad. Es fácil caer en el tópico del “no tenemos un delantero de 20 goles” pero la realidad es que esos delanteros no se tienen, el equipo los hace. Nadie garantiza que si Roger siguiera en el Valladolid hubiera marcado 13 tantos, como tampoco se puede asegurar que si Mata fuera el delantero del Levante llevara esa cifra. El rendimiento de los delanteros del Valladolid es bueno sobre todo colectivamente y los goles llegarán; la competición dictará si son suficientes o no, además cualquiera firmaría de aquí al final de año victorias por 1-0 con tal de lograr el objetivo. Haciendo un inciso sería bueno romper una lanza en favor de Juan Villar. El comentario popular es que el onubense no está bien este año, cosa con la que no estoy del todo de acuerdo. La temporada de Villar es notable al igual que lo fue la de del pasado año, lo que ocurre es que no destaca tanto debido a que la temporada pasada lo que le rodeaba era para echarse a llorar, démosle un voto de confianza.
Por lo tanto, comienza en Oviedo una segunda vuelta con buenas perspectivas para el Valladolid. Manteniendo lo que se tiene y minimizando los déficits, a buen seguro los de Paco Herrera lucharán por ascender y devolver al club a “su” categoría; ahora bien, el objetivo del Pucela no deja de ser el mismo que el de otros diez o doce equipos de Segunda y solo tres lo conseguirán. Tengamos tranquilidad, el camino que se ha iniciado es el correcto.
Fuente de imágenes: www.realvalladolid.es
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