El 2016 ha sido un año lleno de emociones, unas buenas y otras dolorosas pero en realidad todo aficionado del Atlético de Madrid, sabe de lo que le estoy hablando.
Mucha gente quiso abandonar, aún sabiendo que ser del Atlético es ser una persona totalmente diferente… ser del Atlético, es ser sufridor y saber que unas veces se puede estar en lo más alto y otras acabar en el mismísimo infierno, dónde sólo te apoya la gente que ama esos colores, aún sabiendo que su equipo no está en su mejor momento.
Lo mejor del 2016, es que este equipo da pie a tener nuevas oportunidades. A no dejar de creer ya que muchos nunca lo dejaron de hacer, como aquel anciano que derramaba una lágrima al ver que el equipo de toda su vida volvía a ser ese equipo tan temido, aquel equipo que 5 años más atrás era el “PUPAS” de una de las ligas más importantes del mundo.
El 2016, ha sido un año reflexivo de saber quién está y quién no, ya que en la vida no todo marcha como queremos. Unas veces se gana y otras se pierde, casi nunca es lo que tú deseas en ese momento. Y si no, que pregunten a Fernando José Torres Sanz “EL NIÑO” o incluso a Antoine Griezmann, este año fue un año intenso para ellos, al igual que para otros jugadores pero sobre todo para ellos.
Fernando Torres volvió a la que siempre había sido su casa desde niño hace exactamente 2 años, como siempre dijo era un simple hasta luego y volvió para marcar su gol 100, aquel gol que para un jugador de la casa, que ha vivido por y para su club desde que era un niño, que incluso antes de ser jugador iba al Calderón y se emocionaba con las victorias y se marchaba cabreado a casa por las derrotas, marcar 100 goles era una emoción incomparable. En la cara se le notaba la emoción que llevaba cinco meses guardándose en su interior, lo cual provocó que la rabia se acumulara y la incomprensión le rondase. Y pudo sacar la camiseta con el dorsal 100 que llevaba 30 partidos esperando a que esa camiseta se luciera. Y cómo no, ese gol fue dedicado a esa persona que le permitió por muchos motivos estar ahí y haberle dado el mayor regalo, el pertenecer a esa gran familia que es el Atlético de Madrid. Así le dio las gracias Manuel Briñas, dedicándole el gol que más feliz le había hecho en la historia del Atlético.
Antoine Griezmann, creció cómo jugador y persona, consiguió estar entre los 3 mejores jugadores del mundo y ser un hombre esencial en el equipo del cholo. Dentro de unos años le veremos sonreír ganando el título tan deseado por todos los jugadores, la reina de las copas, la Copa de Europa.
Lo peor… claramente fue la derrota ante el eterno rival y además en la final más deseada por todos los atléticos. Fue un palo duro, la gente dejó de creer en la justicia, y más si se trataba de un tema como el de el fútbol. Te quita más de lo que te da. No es cuestión de creer en la suerte, ni mucho menos en las revanchas, sino en creer en ese equipo que dio todo para que sus aficionados consiguieron ver ganar ese título tan importante, de quitarse esa espina clavada y poder decir que fueron reyes de Europa aunque sólo fuera una vez. Muchos se llevaron el disgusto del año y otros siguieron adelante porque la fe nunca les faltó.
El 2016 dejó momentos para olvidar y otros para recordar, como la continuidad del CHOLO, ya que es el pilar fundamental de este equipo jóven e ilusionado. Este 2017 el Atlético volverá a mostrar de qué madera está hecho.
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