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Carta a Kyrie Irving

Querido Kyrie

desde que Iverson perdió el toque estaba huérfano de un jugador que me maravillara desde el puesto de base. Un jugador capaz de cualquier cosa con el balón en las manos. Un jugador que pudiera botar más bajo que el suelo. Un jugador que no tuviera que tomar tiros de nueve metros para poder anotar. Un jugador capaz de llevarse al poste bajo a jugadores veinte y treinta centímetros más altos y evitar el tapón para conseguir la canasta.

Desde que llegaste a los Cavs en 2011 para tomar las riendas de la franquicia en ausencia de LeBron te seguí con ahínco. Los primeros años fueron duros, pero sirvieron para ver cómo evolucionabas, a la espera de la ayuda del mejor jugador de su generación. Siempre el primero, nunca con el reconocimiento unánime como el mejor en tu puesto. Pero eso ya ha pasado a la historia, y lo ha hecho porque tú lo has querido.

La temporada 2014/2015 terminó para ti de forma abrupta, tras hacer un primer partido tremendo en las Finales de la NBA contra los Golden State Warriors, una maldita fractura en la rótula dejó el título en manos de los de la Bahía, que se deshicieron de los Cavs en seis partidos llevando a LeBron hasta la extenuación. Un LeBron contra el mundo nunca ha sido la solución.

Pero no te rendiste, tú nunca lo haces. Trabajo, trabajo y más trabajo para llevar al equipo, de nuevo, a un enfrentamiento épico contra los californianos. Parecía, sin embargo, estar todo perdido tras el cuarto partido, que se llevarían los Warriors por 108-97, pero no estaba todo dicho. El quinto se jugaba en The Q y ahí demostrasteis de qué pasta están hechos los campeones. Se sacó adelante el partido, así como el sexto, para plantarnos ante el mejor partido que se puede ver en el mundo del baloncesto hoy en día, un séptimo partido de las Finales entre los Warriors y los Cavaliers. Y ahí, decidiste.

Decidiste jugar un uno contra uno con el MVP unánime. Las Finales fueron una constate búsqueda de la defensa de Curry, ya fuera contra ti, contra LeBron o contra cualquier jugador de perímetro, porque ahí radicaba la diferencia: en la defensa de un no-defensor. Tras el cambio en el bloqueo te quedaste contra él. Base contra base. El celebérrimo triplista contra el base anotador total.

Qué irónico que la tremenda caída de los Warriors del Strenght in Numbers fuera así, pero así lo quisiste tú. Podrías haber forzado una penetración, pero no. Tú lo sabes, sabes que la historia está llena de ironías y sarcasmos, y si había que ganar tenía que ser con el arma de ellos. Y vaya si lo hiciste. En aquel momento me acordé de Kobe, tu jugador favorito, y de su carta de despedida: “cinco segundos en el reloj, el balón en mis manos: cinco, cuatro, tres, dos, uno…” y campeones NBA: gracias al esfuerzo sobrehumano del chico de Akron y a ti, Kyrie.

Jamás he celebrado una canasta como esa. Ni la de Pau contra Francia, tal vez sí como la de Ray Allen en aquel sexto partido contra San Antonio, pero ninguna como esta, para ganar un anillo. Te debe tanto la franquicia del noreste de Ohio que jamás sabrá cómo pagártelo, pero hay una cosa segura: siempre serás un héroe en Cleveland, y en el corazón de millones de aficionados al baloncesto, simplemente porque tú, Kyrie Irving, eres baloncesto.

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Foto vía AS.

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