Crónicas

Cuando suena la orquesta

Viena es, a todos los efectos, la capital europea de la música. Durante siglos fue ciudad cumbre de grandes compositores, y lugar de interpretación de las mejores óperas de su momento. A esta ciudad acudía el Athletic Club a despedirse de la fase de grupos, y en ella esperaba el Rapid de Viena, para despedirse a su vez de la competición europea.

Los leones partían con la premisa de obtener un buen resultado, ya que ocupaban al comienzo de la jornada la segunda plaza, por detrás del Genk, equipo con el que coincide en número de puntos pero por el que se ve superado en términos goleadores. Esto suponía que aun consiguiendo una victoria todavía no tendría asegurada la primera plaza, y que tendría que esperar al resultado que obtendrían los belgas para saber si la habían logrado o no. Una vez que se conocía el preludio de la obra, ya se podía comenzar con el partido, la ópera ya estaba lista para su obertura.

El comienzo del primer acto fue intenso, con cierta tendencia dominante del Athletic, pero la presión de los jugadores del Rapid impidió a los primeros crear ocasiones claras hasta un tramo muy avanzado del partido. No estaban en el once ni Beñat, ni Aduriz, ni Raúl García ni ninguno de los pesos pesados de la plantilla, a excepción de Williams e Iker Muniain, que cumplía en este partido 300 partidos en el primer equipo. Los autores de dos de los goles marcados en la pasada jornada salieron de inicio, y aunque tuvieron un par de ocasiones bastantes claras, no destacaron en el cómputo global del partido.

Tampoco lo hicieron los vieneses que, pese a ya estar eliminados, comenzaron con la intención de dejar una buena impresión en su despedida europea. Varios de sus jugadores titulares sí que salieron de inicio, entre los que destacar el canario Tomi Correa.

Sin embargo, esa intención de ambos equipos se fue diluyendo con el tiempo, que a partir del cuarto de hora ya se dedicaron más a verlas venir que a dar un espectáculo al graderío. Tal es así que no hubo córners en toda la primera mitad, y las ocasiones se limitaron a unas cuantas aproximaciones a las áreas de los conjuntos dirigidos por Damir Canadi y por Ernesto Valverde. Williams y Mikel Rico tuvieron una ocasión por cabeza antes de que se cumpliese la media hora, pero no dieron fruto; al igual que tampoco lo hizo la de Correa.

La obra llegaba a su interludio contagiando una tranquilidad que inducía al sueño. Parecía que los instrumentos no estaban bien afinados, o que el comienzo del espectáculo (al igual que el partido del Sassuolo-Genk) se iba a retrasar a otro día. Tampoco se esperaba una Traviata o una sonata de Mozart, pero sí que los jugadores demostraran en el terreno  de juego que tenían lo que tenían que tener y que no eran unos vulgares castrati.

De todos modos, una vez el árbitro reanudo el juego, llegó la que sería la primera aria del partido. Primero, Javi Eraso se quedó solo ante Knoflach pero, tras recibir el pase de Yeray, intentó regatear sin éxito al portero, perdiendo así la primera gran oportunidad visitante. Acto seguido, Schrammel tuvo otra ocasión de oro, pero Iñigo Lekue estuvo providencial taponando sus disparos. Muniain, que hasta ese momento había estado completamente desaparecido, entonó por primera vez con un disparo que a punto estuvo de convertirse en candidato a gol de la semana, pero Knoflach quiso acaparar ese papel con la parada de la semana.

El partido había tenido en un cuarto de hora lo que no había tenido en toda la primera parte, pero al igual que esta, al pasar el cuarto de hora comenzó a bajar en ritmo. Las ocasiones dieron paso a los cambios en el plantel, y el juego en los banquillos volvió a tener más importancia.

De todas maneras, a veinte minutos para el final, un error en la defensa bilbaína, que se mostró muy poco expeditiva a la hora de despejar el balón, permitió  que el recién entrado Joelinton empujara un rechace al fondo de la red y adelantase a su equipo.

Tras cantar en defensa llegaba el gol del rival, y con él, la posibilidad de acabar líder en esta fase de grupos. El Athletic solo podía aspirar a la primera plaza si sumaba en el partido, y el encontrarse por detrás en el marcador no iba a suponer ninguna suma. Es por eso por lo que Valverde dio entrada a Susaeta, y previamente también se la había dado a Beñat, para tratar de revertir la situación. Sin embargo, el juego rojiblanco apenas mejoró pese a la entrada de dos pesos pesados.

Cuando ya se preveía un final amargo para los visitantes, se pitó una falta en las proximidades del área del Rapid. Allí acudió Susaeta, para ponerla, que Williams peinase, y que en medio de un alboroto Saborit la empujase. El lateral había tenido una actuación discreta hasta el momento, pero se le tenía reservado un papel protagonista a falta de 5 minutos para el minuto 90.

Con el 1-1 se puso fin y se cerró el telón futbolístico en la que anteriormente fue capital imperial. De distinta denominación hoy en día, la que sigue siendo gran ciudad europea vio como dos equipos de fútbol terminaban un espectáculo no acorde a la altura de lo que Viena representa pero, como se suele decir, a veces suena y a veces no suena la flauta.

Ficha técnica

Goles: 1-0 Joelinton (72´), 1-1 Saborit (84´)

Alineación Athletic: Iraizoz; Saborit, Etxeita, Yeray, Lekue; Mikel Rico (Beñat 64´), Mikel Vesga, Sabin Merino (Villalibre 77´), Muniain, Eraso (Susaeta 74´); Williams

Alineación Rapid Viena: Knoflach; Hofmann, Sonnleitner, Wöber; Auer, Grahovac, Dibon (Schaub 69´), Malicksec, Schrammel; Tomi Correa (Kvilitalia 58´), Jelic  (Joelinton 58´)

Tarjetas amarillas: Joelinton (83´), Auer (89´); Beñat (88´)

Estadio: Allianz Stadion (Viena)

Imagen vía: marca

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