Análisis Crónica Opinión

El temor pasó factura

Cuando el director técnico es el que ha llevado a un equipo a su máximo esplendor, también es el primer y único responsable del declive del equipo.

Los dirigidos por Pékerman llegaban a San Juan con la tarea de reivindicarse del empate en Barranquilla ante Chile por la pasada fecha de eliminatorias. La expectativa era de que el combinado ‘cafetero’ recuperara ese fútbol que los llevó a su mejor momento y que se ha ido desvaneciendo gradualmente.

Del otro lado venía la Selección Argentina golpeada por el 0-3 en territorio brasilero. Con dudas y con todo el panorama nublado a causa de su mal funcionamiento y los malos resultados. Pero nunca hay que olvidar que tienen a Messi.

Pékerman, timorato ante la presencia de Messi, dejó pasar por alto el mal momento de la ‘albiceleste’ y puso en cancha un once para anular a la principal virtud de Argentina. Ante la presencia de Messi, se decantó por alinear a Eder Balanta -un central con mucha técnica y de perfil derecho- en el lateral izquierdo. Algo que le iba a salir muy caro. Como segundo central y con la intención de bascular y cubrirle la espalda a Balanta, puso a Jeison Murillo quien es muy rápido en el mano a mano y en las coberturas, además de manejar muy bien ambos perfiles. En el centro del campo buscó equilibrar la descompensación que siempre generan sus ya habituales planteamientos, alineando un trivote conformado por Daniel Tórres, Carlos Sánchez y Wilmar Barrios. En el frente de ataque se encontraban James, Falcao y Cuadrado. De nuevo, esa división del equipo en dos bloques, el primero con la intención de hacerse fuerte sin la posesión del balón, y el segundo con la intención de recibir cada robo del primer bloque y contraatacar a gran velocidad. Una medida que en algunos partidos le ha salido “favorable” porque ha encontrado el resultado, pero en otros no, porque el funcionamiento decae y prescinde de la pelota.

Luego del pitazo inicial, Colombia, tras un intento de ataque por medio de un balón largo se replegó en su propio campo, guardando esa estructura diseñada por Pékerman que mostraba un 4-5-1. Argentina se hizo de la pelota y el 10 comenzó a danzar por la alfombra del San Juan del Bicentenario. Ante la salida de Argentina, Colombia se encontraba en inferioridad numérica para presionarla. Falcao no lograba ejercer una presión óptima a los centrales gauchos, y James y Cuadrado tampoco podían irrumpir ese pase de los laterales hacia el doble pivote MascheranoBiglia, además porque Pékerman no fue partidario de ir a ejercer una presión alta en la salida de los argentinos, por consecuencia el tridente ‘cafetero’ se descolgaba y dejaba gran espacio para que la ‘albiceleste’ dominara el balón en zona de gestación gran parte de los compases del primer tiempo.

El nulo apoyo de James a Balanta en marca para evitar esa diagonal de Messi desde la derecha hacia el centro, contribuyó a hacerla más óptima. Lionel encontraba apoyos en sus compañeros; con Mascherano, Banega, Mercado y hasta el mismo Di María que es con quien más se siente cómodo cuando hace su diagonal, porque es con Ángel que descarga y se apoya. Al prescindir de la pelota, Colombia le dio aire a Argentina. Constantes ataques de Di María con Mas, un arrastre de marca de Banega con Jeison Murillo y un Messi que volvió a ser 10 posicionándose detrás del trivote colombiano y que le causó un gran daño. Ante la inexperiencia de Wilmar Barrios, Messi reicibió, y con un control orientado a la velocidad de la luz, se libró de la marca del mismo Barrios, quien en su tardía reacción y gracias a su inexperiencia no anticipó el balón que iba dirigido a Lionel, le cometió una falta a apróximadamente 3 metros del área de David Ospina. El astro argentino se encargó de ejecutar el tiro libre y recordando aquel charla con Maradona, no le sacó tan rápido el pie a la pelota y acariciándola con su zurda magistral, esta caprichosa entendió qué era lo que quería Messi, yéndose al ángulo izquierdo defendido por David Ospina. Inatajable.

Con este gol Pékerman dio la orden de salir, de proponer. De tomar la iniciativa y salir a buscar el empate. Algo que se debía haber hecho desde antes del pitazo inicial del árbitro. La intención de Colombia era una, pero lo que mostraba era otra cosa a causa del planteamiento del DT argentino. Los colombianos carecían de juego interior, el trivote solo tenía dos opciones de pase: vertical para Falcao -quien rápidamente tenía que descargar porque no tenía apoyos cerca- o horizontal con James o Cuadrado. Algo que facilitaba el trabajo de Mascherano y Biglia en la mitad y de Mercado y de Mas. Los pocos ataques de Colombia eran generados por la banda derecha, en donde Arias conseguía proyectarse para apoyar a Cuadrado y así buscar el arco de Romero. James por su lado, no encontraba un apoyo en su banda, la apuesta por Balanta fue perjudicial, su papel no fue de lateral sino más bien de marcador de punta, así que poco peligro iba a generar Colombia por esa banda.

Un movimiento táctico le dio el otro grito de gol a la Argentina. Banega fue a ocuparse de Balanta para que este no se ocupara de Messi. Y así fue, Messi recibió en banda derecha y emprendió su diagonal, eludiendo con un movimiento sutil a Wilmar Barrios quien fue a su marca, y con el frente de ataque vacío gracias al movimiento de Banega, sacó su bisturí y con la precisión del mejor cirujano del mundo, le puso la pelota a Lucas Pratto para que este con un cabezazo al primer palo, tomara a David Ospina a contra pierna y marcara el segundo de la noche.

Luego James pasó a jugar como mediapunta, detrás de Falcao. Pero seguía la constante: la carencia de juego interior. No había más de 1 jugador amarillo detrás de Mascherano y Biglia, el trivote colombiano ofrecía poco desdoblamiento y llegada desde primera línea, en la banda izquierda solo estaba Mercado y poco podían hacer Cuadrado y Arias por derecha ante la inferioridad numérica.

Ya en la segunda parte Pékerman quiso recomponer, corregir. Así que sustituyó a Barrios por Macnelly Tórres, un hombre que siempre le viene bien a Colombia cuando entra. La disposición cambió gracias al ingreso del barranquillero y Colombia tomó la pelota, comenzó a combinar bien en zona de gestación pero faltó la última punzada. Cuadrado era el factor más desequilibrante en Colombia, ganando línea de fondo e internándose en el área buscando a Falcao, pero esto era poco. Para lograr desarticular el entramado defensivo de un equipo se requiere una circulación de balón rápida de banda a banda.

La circulación de la pelota debe ser siempre más rápida que la basculación del rival

Y ante la ausencia de un intérprete en la banda izquierda, Pékerman decidió quitar uno de su doble pivote (Daniel Tórres) para dar el ingreso a Jonathan Copete, el extremo militante en el Santos de Brasil. Pero quizás no era el partido más idóneo para su debut, así que su inexperiencia le pasó factura y no pudo ser un plus para su seleccionado.

Así Colombia firmó otra mala actuación. La mala noticia de todo es que el funcionamiento no aparece y ante los momentos adversos, es el funcionamiento quien sustenta todo para corregir, solventar y avanzar. El juego del combinado cafetero se ha desvanecido por completo, y en vez de recomponerlo, el temor de su técnico por enfrentarse al mejor jugador del mundo lo sepultó más. Fue increíble ver a jugadores de la técnica e inteligencia de Edwin Cardona, Sebastián Pérez, Macnelly Tórres y Abel Aguilar sentados en el banquillo.

Imagen vía: prensacol

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