Análisis

Un equipo de ensueño: los Kings de Adelman

El curso baloncestístico 1998/1999 resultó muy convulso debido al sonado cierre patronal, que concluyó el 18 de enero de 1999, gracias al acuerdo al que llegaron la Asociación de Jugadores y la NBA por el convenio colectivo. A causa del lockout, la pretemporada se vio reducida a dos partidos y la temporada a solo cincuenta.

Debido a esto, los general managers tuvieron más tiempo para confeccionar las plantillas. Hubo uno en concreto, Geoff Petrie, de los Sacramento Kings, que no perdió el tiempo. En el largo verano de 1998, los Kings eligieron en el séptimo puesto del draft a Jason Williams, procedente de la Universidad de Florida. También conseguían al ala-pívot Chris Webber, vía traspaso desde Washington Bullets, a Vlade Divac como agente libre y consiguieron convencer a Pedja Stojakovic de que abandonara la disciplina del PAOK de Salónica griego, tras haberlo elegido en el puesto número catorce del draft de 1996. El nuevo núcleo duro de los Kings estaría dirigido desde un principio por el nuevo entrenador de la franquicia llegado el mismo verano, Rick Adelman.

Durante la corta temporada del lockout ya se vio lo que pretendía hacer el entrenador Adelman con el equipo: juego de pases, velocidad, dentro-fuera con dos de los mejores interiores de la liga, como eran Webber y Divac, para anotar compulsivamente. Su sistema de juego se basaba en un triángulo ofensivo espectacular comandado por Webber desde el poste alto.

No en vano, aquella temporada fue la primera en que la franquicia del norte de California conseguía un balance positivo desde la 1982/1983 cuando aún eran los Kansas City Kings. Aún así, estos primigenios Kings de Adelman caerían en primera ronda de los Playoffs ante los Utah Jazz de Stockton, Malone y Jerry Sloan (3-2).

La siguiente temporada continuó por la misma senda para los Kings. Sería la primera temporada completa de este grupo de jugadores y técnicos. Sin mayores alardes que la temporada anterior, los Kings lograron un buen balance de 44 victorias y 38 derrotas, que les sirvió para colocarse octavos en la postemporada, peleando contra los todopoderosos Lakers de O’Neal y Phil Jackson en primera ronda.

Aquellos Kings jóvenes, veloces y explosivos, con un juego de pase con movimiento continuo de los cinco jugadores en pista preocupaba a Phil Jackson, que en Eleven Rings expone con claridad quien era la mayor amenaza de los Kings: Chris Webber. El entrenador de los Lakers tenía claro que debido a los pares de Webber (un A.C. Green ya disminuido y Robert Horry) el ala-pívot de los Kings podría ayudar en la defensa de Divac sobre Shaq. Para Jackson, la eliminatoria se decidiría si los Lakers conseguían ”aflojar el ritmo y neutralizar en carrera a los Kings”.

El planteamiento de Jackson funcionó, ya que gracias a la disminución de posesiones cortas de los Kings y un superlativo O’Neal (29 puntos y 17 rebotes de media por partido) los Lakers se sobrepusieron a los Kings en cinco partidos (3-2). Hay que destacar la pelea sin cuartel de esta eliminatoria por parte de Chris Webber (24 puntos, 10 rebotes y 6 asistencias) y la vergonzosa actuación de Jason Williams, incapaz de hacer frente a los bases de los Lakers: Ron Harper y Brian Shaw. Valga como ejemplo de esto la única asistencia que dio en el quinto y definitivo partido.

Tras aquella durísima derrota en el quinto partido (113-86), Geoff Petrie volvió a moverse en el mercado europeo habida cuenta del rendimiento otorgado por Pedja Stojakovic desde el banco. En el verano del año 2000 recalarían en la franquicia de la capital de California las tres piezas que faltaban en aquel puzzle casi perfecto confeccionado por Petrie: Doug Christie, Hedo Turkoglu y Bobby Jackson. Estos jugadores exteriores llegarían para apuntalar el perímetro de un equipo con una base sólida en la pintura y con la magia de Williams en el puesto de base durante la temporada regular. Doug Christie era un escolta con una enorme capacidad defensiva, capaz de secar a casi cualquier jugador de perímetro de la liga en uno contra uno. Por otro lado, Hedo Turkoglu llegó vía draft (pick 16) desde el Efes Pilsen turco para dejar la titularidad a Stojakovic. La tercera de las grandes incorporaciones fue Bobby Jackson, base que hacía las funciones de sexto hombre, rapidísimo y con un físico espectacular, capaz de anotar mucho en poco tiempo.

Los Kings mejoraron en once victorias el récord de la temporada anterior (55-27), pasando del octavo puesto de la conferencia al tercero. Una vez había mejorado las prestaciones de la temporada anterior, Sacramento se deshizo remontando tras una derrota de los Phoenix Suns de Jason Kidd (3-1). La victoria en el cuarto encuentro de la primera ronda tendría un premio amargo: la reedición de la primera fase del año anterior contra los Lakers, que se habían visto superados por los Spurs de Duncan y Robinson como primeros del Oeste.

Esta eliminatoria tuvo color púrpura y oro desde el principio. Si se apuntaba anteriormente que O’Neal había estado impresionante el año anterior, en los playoffs de 2001 fue imparable. A pesar del grandísimo trabajo de Webber y Stojakovic, ni Divac ni las segundas, terceras y cuartas ayudas pudieron parar al jugador más dominante que haya jugado al baloncesto. O’Neal, con un porcentaje de tiros de campo inclasificable, consiguió 33 puntos y 17 rebotes por partido, siendo los dos primeros encuentros en Los Ángeles dos monólogos brutales del center, a pesar de lo ajustado de los marcadores (108-105 y 96-90), con más de 40 puntos y de 20 rebotes por encuentro.

En los partidos de Los Ángeles, Sacramento tuvo opciones de poder darle la vuelta a la eliminatoria. Quedaban quince segundos del primer encuentro cuando Jason Williams tomó el balón en cancha propia y se fue directo hacia el aro con 104-101. Tras rebasar a Fisher con una facilidad pasmosa, se elevó para lanzar un tiro corto con la mano derecha y se encontró con la manaza de O’Neal rechazando el tiro. El partido moriría entre tiros libres y una flagrante por hacer falta sin balón de Sacramento. No tuvo un desenlace tan dramático el segundo partido, también ganado por Lakers, y los Kings volvieron a Sacramento con los brazos bajados y sin motivación alguna.

El tercer partido fue un despropósito de Sacramento, dando la cara únicamente Chris Webber (28/14) y soportando un choque brutal de todo el quinteto titular de los Lakers. El último partido, completamente lleno de errores en el tiro de Webber (32% en tiros de campo) y con un superlativo Kobe Bryant, terminaba con las aspiraciones de los jugadores de Adelman. El único jugador que salió reforzado de aquel encuentro fue Hedo Turkoglu, realizando lanzamientos sobre bote y ante defensor indescriptibles, atento a los cortes y jugando con mucha inteligencia los momentos calientes. Insuficiente, al fin y al cabo, ya que los Kings dijeron adiós a la temporada a pesar de su enorme partido (22 puntos con 80% en tiros de campo).

Aquella derrota sin paliativos ante los Lakers no hizo sino crecer el juego de los Kings. Petrie se puso a trabajar en verano, y tras comprobar el desastroso comportamiento de Jason Williams cuando se decidía la temporada, lo cambió por la pieza definitiva para crear un equipo impresionante: Mike Bibby.

Aquella temporada fue la del atentado de las Torres Gemelas, pero hubo un equipo dispuesto a hacer olvidar aquel terrible evento de la historia americana con un juego divertido, alegre y espectacular: los Sacramento Kings. La franquicia del norte de California consiguió el mejor récord de toda la NBA y cuajó la mejor temporada de su historia: 61-21, asegurándose por fin la ventaja de campo ante todos los equipos en playoffs.

Gracias a la estabilidad otorgada por Bibby en el puesto de base, la constancia en lo extraordinario de Webber y la aportación del resto de elementos de Sacramento (mención especial a Bobby Jackson), los Kings se deshicieron sin muchos problemas de los Jazz (3-1) y de los Mavericks (4-1) para plantarse en las finales de la Conferencia Oeste. El rival: de nuevo los Lakers, esta vez buscando el three peat inmersos en la eterna discusión Shaquille-Kobe por el liderazgo del equipo.

La temporada había supuesto una comunión impresionante entre grada y equipo, y cuando llegaron los Lakers al Arco Arena lo demostraron. Los aficionados de los Kings seguían dolidos por unas declaraciones de Phil Jackson en que tildaba a los ciudadanos de Sacramento de pueblerinos. La franquicia puso a disposición de los aficionados cencerros para agitarlos durante el partido para hacer ensordecedor el ambiente. El propio Phil Jackson llevó tapones en los oídos durante toda la serie para evitar el dolor.

El primer partido agonizaba cuando Bobby Jackson cometía una falta sobre Kobe con 95- 100 para Lakers. Bryant anotó los dos tiros libres. En el siguiente ataque, tal y como había hecho un año antes y sobre el base de Sacramento, O’Neal bloqueó un tiro de Bibby. A continuación, en una de las jugadas de toda la vida, un balón al poste para Shaq, que gracias a un manotazo limpio sobre la pelota, Divac evitaba que O’Neal se diese la vuelta para formar un contraataque de libro culminado por Bobby Jackson (97-102) a falta de 27 segundos. Mataría el partido Fisher desde el tiro libre para dar la primera victoria de la serie, robando el factor cancha a las primeras de cambio tras el temporadón de los Kings.

El segundo punto de la final estuvo menos disputado ya que el timón del partido lo llevó en todo momento Mike Bibby (20 puntos y 8 asistencias), inestimablemente ayudado por las trece capturas de Webber y los 17 puntos de Bobby Jackson desde el banco. En ningún momento sintió Sacramento que fuera a ponerse 0-2 en contra tan pronto en la serie. La final de conferencia viajaba al sur de California con empate a uno.

En el tercer encuentro las aguas volvieron a su cauce, habiendo visto el resto de la temporada, ya que los Kings conseguirían la mayor diferencia a favor de todas las finales: 90-103 en el Staples Center. Aquel encuentro estuvo marcado por la enorme defensa sobre Saquille O’Neal, que no encontró respuesta alguna a la defensa de Divac y las ayudas de sus compañeros. Consiguió uno de sus peores porcentajes ante los Kings (45% en tiros de campo) y no estuvo respaldado por Kobe, que hizo un encuentro del montón.

Por el lado de los Kings, todo el quinteto superó las dobles figuras con un partido casi perfecto de Bibby y Webber, y con una aportación impresionante de Doug Christie en el rebote (12).

El cuarto y el quinto encuentro tuvieron finales de infarto, uno para cada equipo por un solo punto de diferencia (100-99 para Lakers en el cuarto y 92-91 para Kings en el quinto). Tras un primer cuarto monstruoso de los Kings (40-20), llegó el desplome. Los Lakers consiguieron un parcial de 59-77 a favor durante el segundo, tercero y último cuarto, realizando una de las mayores remontadas en playoffs de la historia. Con 11 segundos por jugar, y con uno arriba en el marcador, Vlade Divac tuvo dos tiros libres para asegurar la prórroga. Llevaba hasta el momento 8/10 aquel día, y un 83% en tiros libres en todos los playoffs. No fue suficiente, ya que erró el primero de los tiros. Con 99-97, Phil Jackson pedía tiempo muerto para confeccionar la jugada que diera el partido a los Lakers.

Recibió el balón O’Neal en el poste alto. Tras varios bloqueos para hacer recibir a Kobe, recibía el escolta de Philadelphia, también en la cabeza de la bombilla, defendido por Christie. Bryant, como un elefante en una cacharrería, se fue hacia dentro y se topó con Divac, que le cambió el tiro, haciendo que el escudero mandara el balón al hierro. O’Neal recogió el rechace e, incomprensiblemente, mandó el balón por el otro lado del aro. Divac, apurado, mandó el balón lejos de allí, con el infortunio de dárselo en mano a Big Shot Bob, Robert Horry, que en uno de los momentos más impresionantes de la historia de la NBA, anotaba un triple ganador que empataba la serie con el cronómetro a cero.

Una de las mejores series de siempre volvía al Arco Arena para el quinto partido, casi siempre decisivo. En otra gran noche de Webber (29/13 con 52% en tiros de campo, el mismo porcentaje que Bibby, con 23 puntos) volvían los Kings a frenar a O’Neal, que anotó catorce de sus veintiocho puntos en la línea de tiros libres. De nuevo a once segundos de la bocina final, el partido se encontraba en el alambre. 90-91, esta vez para Lakers, y posesión tras tiempo muerto de Adelman para los del norte, con ocho segundos de posesión y con Shaquille eliminado por faltas.

Sacaba Bibby desde el fondo de la pista de ataque. El balón lo recibió Webber, tras recibir un bloqueo de Divac sobre Horry, que en un mano a mano rapidísimo devolvía el balón al base. Bibby, con solo un bote para alejarse del defensor de Webber, se abría un paso por dentro de la línea de tres para elevarse. El balón trazó un arco perfecto hasta reventar en la red de los angelinos a falta de cinco segundos para el final de la posesión (ocho para el final del partido). Phil pedía tiempo muerto. La jugada, sin Shaq en pista, fue un despropósito, haciendo que Kobe se tirase un balón forzado desde la esquina con Bobby Jackson prácticamente subido en sus hombros. El 3-2 estaba servido y los Kings rozaban con la yema de los dedos sus primeras Finales de la NBA.

Pero la NBA no lo quería así. El sexto partido de aquellas finales de conferencia fue amañado por las cuotas de pantalla espectaculares que estaba teniendo la serie, una denuncia formulada por Tim Donaghy, el árbitro suspendido de por vida y encarcelado por verse inmerso en apuestas de partidos que, incluso, arbitraba. A pesar del casi triple doble de Webber (26/13/8) y de otro recital en la dirección de Bibby, los Lakers pusieron sobre la mesa un parcial de 55-46 en la segunda mitad ayudados por la diferencia descomunal en los tiros libres: cuarenta intentados por Lakers por veintitrés de los Kings. Aún más concretamente, los Lakers lanzaron dieciocho tiros libres más que los Kings solo en los últimos doce minutos de encuentro. Con Divac y Pollard eliminados por faltas, Funderburke no pudo hacer nada en los últimos minutos contra O’Neal, y la serie se iba a un séptimo gestado por la liga.

El séptimo fue un partido impresionante, a la altura de los mejores séptimos partidos de la historia, resuelto en los últimos minutos, como acostumbraron ambos conjuntos. O’Neal tuvo dos tiros libres, de nuevo con once segundos por jugar, con 99-98 para Lakers. Shaq tiró un melón en el primero y anotó el segundo, 100-98. Tiempo muerto de Adelman.

Recibió, como siempre para empezar la jugada, Webber fuera de la línea de tres. Los árbitros sancionaron una falta de Bryant, que estaba agarrando a Bibby para que no recibiera. Anotó los dos el base de Sacramento para empatar el partido a 100. El choque se iría a la prórroga tras un tiro desde la línea de los libres de O’Neal que no entró y que Horry no pudo embocar en el rebote en ataque. Séptimo partido con prórroga, el no va más.

La prórroga se jugó sin Divac y con Kobe con cinco faltas personales. El único jugador de los Kings que respondió en la prórroga fue Mike Bibby, y no fue suficiente. A dos minutos del final anotó una canasta en paralelo con la línea de fondo, que a la postre sería la última canasta de los Kings aquella temporada. Desde entonces, el apagón. Webber había suplido con sobresaliente la defensa de Divac sobre O’Neal pero nada pudo hacer en los últimos minutos de la prórroga: una canasta en reverso, dos tiros libres anotados, otros dos de Fisher y otros dos de Kobe hicieron silenciar los cencerros.

Aquella fue la cima que no lograron escalar los Kings. A partir de aquel partido los jugadores dejaron de compartir tanto el balón, alimentando sus egos, al igual que ocurrió en Lakers, pero sin anillos de por medio. El equipo empezó a fragmentarse, y los jugadores empezaron a desfilar: el primero fue Turkoglu, seguido de Divac, Christie y la estrella: Chris Webber. En 2006 abandonó la nave Adelman y en 2008 el último jugador de aquel equipo de ensueño, Mike Bibby, también se marchaba del norte de California.

Los Sacramento Kings del comienzo de siglo, los Kings de Adelman y Webber, un equipo que enganchó a mucha gente a este deporte tuvieron la mala suerte de cruzarse año tras año, durante sus mejores temporadas, con uno de los mejores jugadores de la historia del baloncesto, y uno de los mejores directores de egos, acabando con las aspiraciones de un equipo, que si bien no ganó ningún anillo, ganó algo mucho más importante: fanáticos para este deporte tan maravilloso.


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Fuentes: youtube.com; basketball-reference.com; wikipedia.com; Canal+; Santi Sempere Sempere (entrenador de baloncesto nivel 3).

Fuente fotografía: taringa!

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