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Bodas de plata de la gloria española

Con motivo de su 25º aniversario, recordamos el primer título mundial en la historia de la gimnasia española. El 12 de octubre de 1991 en el Campeonato Mundial de Gimnasia Rítmica celebrado en Atenas, el conjunto nacional (Débora Alonso, Lorea Elso, Bito Fuster, Isabel Gómez, Montse Martín, Gemma Royo y las suplentes Marta Aberturas y Cristina Chapuli) sorprendió al mundo de la gimnasia al lograr la medalla de oro en el concurso general de la competición de conjuntos. Ningún país había conseguido nunca antes desbancar en esta disciplina a los países del este ni en individual ni en conjuntos, con excepción del Mundial de rítmica de 1975 disputado en Madrid, en el que hubo boicot de estos estados.

Bulgaria y la Unión Soviética se repartían prácticamente la totalidad de los oros año tras año, desde la celebración del primer Mundial en 1963. No solo se trató del primer triunfo español en un Campeonato del Mundo de rítmica, también fue el primer título mundial con relevancia de un equipo femenino en la historia del deporte español.

El conjunto nacional, entrenado desde 1982 por la legendaria seleccionadora búlgara Emilia Boneva y la española Ana Roncero, ya había tenido participaciones destacadas en todas las competiciones importantes de los años precedentes, logrando por ejemplo 3 bronces en el Mundial de Sarajevo en 1989, 2 bronces y 1 plata en el Europeo de Goteborg en 1990, y 3 bronces en la final de la Copa del Mundo de Bruselas, también en 1990, además de varias medallas en las décadas de los 70 y 80. Sin embargo, la barrera del oro parecía ser siempre, una y otra vez, infranqueable.

Para el año 1991, el conjunto estaba integrado por gimnastas de amplia experiencia internacional, con edades entre los 15 y los 18 años y dotadas de condiciones físicas extraordinarias, expresividad, fuerza y garra sobre el tapiz. El equipo había creado nuevos montajes para los dos ejercicios: el de 3 pelotas y 3 cuerdas y el de 6 cintas. El primero contaba como música con el tema “Campanas” de Víctor Bombi, mientras que el de cintas empleaba el conocido “Tango Jalousie” (Celos) de Jacob Gade. Este último fue coreografiado con la ayuda de Javier Poty Castillo, bailarín del Ballet Nacional en aquella época. Al igual que en años anteriores, los ejercicios españoles tenían como característica destacable su alta dificultad, basada sobre todo en la abundante presencia de lanzamientos de gran riesgo. A lo largo del año fueron perfeccionando la ejecución entrenando 8 horas diarias en el Gimnasio Moscardó de la capital y conviviendo juntas en una casa en La Moraleja.

Como colofón a la temporada, las españolas llegaron en octubre a su ansiada cita con el Mundial en plenitud de forma y sabiendo que tenían que dar lo mejor de sí si querían conseguir su gran sueño: ser campeonas del mundo. La final sería narrada para TVE por la periodista Paloma del Río, la voz de la gimnasia en España. Tras el ejercicio de 3 pelotas y 3 cuerdas, disputado el primer día, España ya se colocó primera con una nota de 19,500, una décima más que las soviéticas. Bulgaria, la otra gran rival, falló en este ejercicio, quedando descartada para el oro.

En la segunda y última jornada del concurso general,  llegó el turno para las 6 cintas, montaje en el que nuestras chicas, con una nota de composición de 9,900 y un solo fallo en ejecución, obtuvieron una puntuación de 19,350, lo que sumó finalmente un total de 38,850. La Unión Soviética, que actuó en la segunda rotación tras nuestro conjunto, repitió los 19,400, la mejor nota en ese ejercicio, pero en el cómputo global se quedó a 50 milésimas de las españolas, que se hicieron así con el triunfo final en el concurso general. Corea del Norte obtendría el bronce.

En el podio, las integrantes del equipo recibieron la copa y sus medallas al compás de los olés de la afición española. Los años de sacrifico y entrega por la gimnasia tenían por fin su gran recompensa. El himno español sonaba así por primera vez en unos Mundiales de rítmica y lo hizo en Atenas, la cuna del deporte olímpico. Dos platas en las finales por aparatos del día siguiente completaron la cosecha del conjunto.

Paradójicamente, las chicas que regresaron de Grecia convertidas en heroínas deportivas no pudieron ser olímpicas, ya que en Barcelona ’92 no habría competición de conjuntos (esta no se incluyó en los Juegos hasta Atlanta ’96),  aunque sí participaron en la ceremonia de apertura encabezando el desfile de las naciones.

A lo largo de 1992, el conjunto con las mismas seis gimnastas titulares de Atenas, siguió logrando medallas internacionales, como los 2 oros y el bronce en el Europeo de Stuttgart, y la plata y el bronce en el Mundial de Bruselas, la última competición de aquel sexteto titular de leyenda.

El triunfo en Atenas demostró que los países de Europa del este no eran invencibles y que superarles ya no era ciencia ficción. Sentó las bases para que los 90 fuese una etapa llena de gestas inolvidables para este deporte en nuestro país. La edad de oro de la rítmica española no había hecho más que empezar.

Fuente de la foto destacada: @AS_Historia

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