El tenista serbio ha derrotado esta noche española al francés Gaël Monfils por 6-3 6-2 3-6 6-2, en una de las luchas más interesantes del circuito masculino actual.
‘Nole‘ lo ha vuelto a hacer. Después de diez semifinales consecutivas en el Abierto de los Estados Unidos debía volver a hacerlo. Debía y lo sabía. Así pues, el número uno nacido en Belgrado tenía que demostrar al mundo qué era lo que verdaderamente guardaba dentro de sí y, por supuesto, en su raqueta.
Gaël, por su parte, sereno como siempre y relajado como si de un choque en el patio de su casa se tratase, saltaba a pista sin preocuparse. Sin embargo, pronto llegarían los disgustos cuando el bueno de Novak lo sorprendió en el marcador. El francés comenzó desconcertado y sin saber muy bien dónde se encontraba. No acertaba bola alguna, no atinaba a dar una sola derecha correcta, tan solo era el fruto de sus errores no forzados.
Dichos fallos terminaron por costarle algo más que un disgusto. En poco menos de veinte minutos, Djokovic ya se encontraba con un 5-0 a su favor. Era cuestión de coser y cantar mientras se llevaba el primer parcial; pero no, no contra Monfils. Monfils no es de esos que se rinden, es uno de esos profesionales capaces de sorprender cuando nadie se lo espera, es, simple y llanamente, un ‘Monfils‘.
De esta forma, mantuvo su saque y, más tarde, quebró al de Europa del este para colocarse instantáneamente 5-3. Por desgracia la sentencia estaba fijada, y el break ya asegurado. El set era para ‘Nole‘ y poco había por narrar más que aquello.
Un 12-0 en el Head to Head entre ambos pesaba de lo lindo, tanto que Gaël se sumió en su infortunio y decidió tirar la toalla durante ciertos instantes. Estos fueron los precisos y puntuales que desembocaron en la posterior rotura del serbio sobre sus servicios. En media hora otra manga estaba en su bolsillo, y ahora el panorama se tornaba muy muy oscuro.
A pesar de ello, a pesar de que los dos sets a cero imperasen en el electrónico de la Arthur Ashe de Flushing Meadows, a pesar de que Monfils no fuese capaz de sacar su lado más ‘Monfiliano‘ anteriormente, el partido dio un giro y de qué manera. Ahora sí, era su momento.
Ahora era el turno del galo y no se podía desaprovechar nada. Todos conocen esa faceta de Novak, esa en la que deja que su rival le consuma para luego atacar con lo máximo que tenga. Pero esta vez no, esta vez era un relevo, uno que podría llegar a valerle la propia semifinal, el orgullo, la derrota…
El décimo cabeza de serie se hizo con el timón del encuentro y machacó al primero de la ATP por 3-6 en el tercero. Arte era el juego sólido de un chico que se encontraba con sus mejores sensaciones y que no pararía hasta que esta pequeña racha lo hiciese. Desgraciadamente, tal y como dijo un sabio: ‘todo tiene su final’; y este final fue de lo más complicado de digerir para el derrotado.
Cuando mejor se encontraba se terminaron los juegos y Djokovic hizo valer aquella suposición del descanso para el final del cara a cara que suele tomarse en los terceros o cuartos sets de enfrentamientos a cinco mangas. No hubo rival en la pista, aunque Monfils lo intentase por activa y por pasiva. Era el final.
Se coloca en su posición, de lado, perfectamente situado para conectar un revés ganador que le dará la victoria. Se oye el impacto. La bola bota una y otra vez. El público jalea y él sonríe. Ya es suya. La final es suya. El número uno del mundo hacía ver a la grada que lo de Río había sido un tropiezo de los que nadie quiere acordarse. En ese momento, era su turno y el de nadie más. Ahora, sí que sí, era el momento en el que el rey del tenis había brillado para poder hacerlo nuevamente en la mágica final del domingo noche en la Ciudad de los Sueños.
Imagen: www.africantennis.com.
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